tag:blogger.com,1999:blog-45353443167272316432024-03-05T16:48:39.990-08:00"La Poesía, Bella expiación"Hernando Guerra Tovar.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.comBlogger24125tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-26832758266321147202013-08-02T09:12:00.000-07:002013-08-02T09:12:08.476-07:00INÉDITO DE HERNANDO GUERRA TOVAR<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<b>La escalera<o:p></o:p></b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
Por la escalera del poema, el poeta
alcanza el alba o el ocaso. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
Porque arriba como abajo, el verso
revela, el peldaño ilumina. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
Por la escalera del poema. Mas hay <i>poetas</i>
que sólo llegan a </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
claroscuro, lugar entre el sol y la luna, a mitad de
camino de la <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
luz o la sombra. Unos aceptan la
medianía. Otros envidian el <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
tramo que les resta y derivan en
aúlicos, imitadores, plagiarios, </div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
ubicuos, mercachifles, proxenetas de concurso.
Por la escalera <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
del poema, la palabra salva al
poeta o lo condena. En todo caso <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
el verso, como el peldaño, es
inocente. <o:p></o:p></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
(<b>Del libro inédito Cosas de la poesía)</b></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
<br />
<div class="MsoNormal" style="line-height: 200%;">
<br /></div>
.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-16026400472314409592012-07-12T23:23:00.001-07:002012-07-15T02:36:14.364-07:00EL DESFILADERO: sintomatología del desastrePor: Hernando Guerra Tovar
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Es la fila de los notables venidos a menos en las tareas del ocultamiento y la disociación, y la fila para pagar los impuestos, hecho rotundo de diligencia estatal a la indigencia. Un desfiladero es la eterna hilera de autos en atasco, y la del banco, larga como la voracidad de los banqueros, que envilecen toda forma y contenido del ser. <br />
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Es la procesión de semana santa, y la serie de beatos y de Santos que pululan acatando tentaciones, promulgando milagros. La marcha interminable de hombres y mujeres por las calles de este país perplejo en el que nos matamos los unos a los otros, hecho probado de lucha contra la oligarquía corrupta, donde algunos protestamos, otros duermen o derrochan, los menos atesoran y los demás pescan en río revuelto, anuncia un desfiladero: la fila de los invidentes que sufragan por los candidatos y los partidos de turno, es decir de siempre, y la de los que naufragan en las consecuentes aguas putrefactas de la traición politiquera.
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Es la hilera de acceso a los estadios y la guerra entre fanáticos por una camiseta, un gol más o un gol menos, y la fila de los infieles a Dios en las iglesias, ávidos del cuerpo, de la sangre y de la cruz, como si la historia de la nación no fuese un reguero de sangre, de cuerpos y de cruces. Un desfiladero es la formación de los ejércitos regulares e irregulares para la guerra fratricida y los desfiles en las fiestas patrias ostentosos de muerte, y la hilera de tugurios en las noches, con sus luces como grandes pesebres...
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Es la lista cada vez mayor de desempleados y de empleos subnormales y la pauperización creciente de la población, el cierre de hospitales y de “Empresas promotoras de salud”, el número de muertos por falta de atención en las clínicas, y la proliferación de fundaciones universitarias de precario nivel, al amparo de un régimen oscuro y laxo de privatización.
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Es la fila de los desconcertados padres de la patria en los medios de comunicación después de la traición a la patria, y la hilera interminable de desplazados de la tierra, despojados, amenazados, masacrados, ignorados por ese mismo legislador que legisla en beneficio propio porque compró el voto. La cadena de sucesos que definen al hombre de la modernidad colombiana es un desfiladero, conjunto de actos de barbarie, de canibalismo, de magnicidios; probados todos en la fe financiera, en el vasallaje, el coloniaje, el imperialismo, el ultraje, las buenas costumbres, el decoro, el protocolo, el maridaje, el andamiaje, la mentira, la trampa, la usura, la mesura, la desmesura, la mensura, el rasgarse las vestiduras, el maquillaje, el pillaje, la comisión de conciliación o sea la maldición, la diplomacia, es decir la hipocresía, la presidencia, es decir la diplomacia.
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Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona. Un desfiladero, señores, es todo lo denunciado aquí y algo más: es lo que predice el verso iluminado de Martí o de Cardoza, de Vallejo o de Hernández, de Neruda o de Vidales o…, un paso estrecho entre montañas, una fila india, una bella india de nuestro continente otrora ultrajado, ahora oprimido, por el Imperio y el Estado sometido en el nombre de Dios y de todos los Santos. Un desfiladero es una línea delgada, delgadísima, un precipicio; un desfiladero es la privatización de la banca, de la educación, de la salud y de la justicia, de la injusticia contra la justicia; un desfiladero es esa reforma que legitima la corrupción, que legisla en pro de la criminalidad, que le abre las puertas de la cárcel a los atracadores del Estado y le llena la panza ya repleta al sector financiero .Un desfiladero, señores, es todo esto, aquello y algo más. Es latencia, es asechanza. Es lo que le resta por suceder a la nación, si el constituyente primario no aprende, de una vez por todas a elegir. La justicia, aun herida de muerte, prevalece, pero el corrupto, aun desenmascarado, también prevalece, bajo nuestra extraña complicidad. Un desfiladero no es pasarela, ni tiene que ver con silicona..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-10521420414917320532012-03-15T07:18:00.006-07:002012-03-15T08:02:10.952-07:00EL ÉXITO DEL FRACASO O LA GENERACIÓN FALLIDA<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPr6AQMNG7wSYUpzQ2Sjqp7e1ry5ki_lheQvBfCYNNqoErtL2hvVAcopV5j4Z-TfKBnZ_yqnm6jlRiBayo7MNast4JmGqPzIDwBpv6C1rXq8EWWwTCbwcV-I_ydPUspuUZIR4hw5kF78vD/s1600/GENERACI%25C3%2593N+FALLIDA_0001.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 258px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPr6AQMNG7wSYUpzQ2Sjqp7e1ry5ki_lheQvBfCYNNqoErtL2hvVAcopV5j4Z-TfKBnZ_yqnm6jlRiBayo7MNast4JmGqPzIDwBpv6C1rXq8EWWwTCbwcV-I_ydPUspuUZIR4hw5kF78vD/s320/GENERACI%25C3%2593N+FALLIDA_0001.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5720138282284179810" /></a><br /><br />Por: Hernando Guerra Tovar<br /><br />“Si hubiese sido posible erigir la Torre <br />de Babel sin subir por ella, su construcción<br />nos hubiese sido permitida.”<br />Franz Kafka<br /><br /><br />Tal vez el mayor reconocimiento que se le puede hacer a una generación estética es su fracaso frente al sistema de producción, cualquiera sea la fuente política, religiosa o filosófica que lo sustente y el orden económico mundial de su momento histórico. Y no puede ser de otra manera toda vez que la poesía es crítica en su esencia y entre más distancia o resistencia tome respecto de la sociedad, mayor es su posibilidad de fallo. El éxito del sistema económico y político es directamente proporcional al descalabro de la posibilidad artística. <br /><br />En este contexto se sitúa la auto denominada Generación Fallida, grupo que dirige el Poeta, escritor, abogado y divulgador cultural Juan Carlos Céspedes Acosta, con sede en Cartagena de Indias y en el Portal la Urraca de la Red, integrada por los poetas y narradores reseñados, quienes publicaron en Ediciones Pluma de Mompox S.A de Bogotá, la antología que lleva su nombre.<br /><br />JUAN CARLOS CÉSPEDES ACOSTA<br /><br />Un sentimiento de ironía recorre la palabra de Juan Carlos Céspedes Acosta. El ser constreñido por el entorno, por una realidad excluyente que lacera su esencia, es en este autor motivo poético del que observa y denuncia. El lector encuentra en su poética la marginalidad del ser, su devenir histórico de aislamiento. Tal vez la separación ontológica, el pecado genésico, concurra en la poesía de Céspedes Acosta para recordarnos la tragedia del hombre enfrentado a sí mismo. La ausencia como principio de escasez predomina en sus textos. La soledad del poeta, la inanidad de su accionar en un mundo que no le acepta, que no le lee, que ni siquiera asiste al recital gratuito en donde anhela compartir su sueño, es la soledad del hombre, la escisión, la fragmentación del ser, el rechazo del otro: “Sólo han venido cinco chicos a escucharme / Para nadie fue noticia la lectura de mi poesía / alcé mi mano libre y dije // De aquí no se va nadie / Que ahora somos suficientes.”, (5 pm Patio / Poesía). Poemas como “El último héroe”, “Mi último atavío” y “Cabina 12”, son tres cantos tristes, casi Elegías, de una misma angustia existencial, el desamparo del hombre en un entorno de separación y distancia: “Carpintero / Olvida en tu memoria la madera / Espera que vuelvan los ojos de buscarme / Cuando veas claveles en mis manos / Sabrás que puedes reiniciar tu tarea.”, (Mi último atavío). El destino de Sísifo no es diferente al destino del leproso, al del poeta, ni al de nosotros. Todos asistimos al mismo castigo, pero más que un castigo de los dioses, esta condena habita en nuestras propias conciencias. Cuando el hombre es consciente de su destino, empieza su dolor. Pero el dolor, como dijera Camus, hace posible también la dicha en términos de propósito: “No hay sol sin sombra y es necesario conocer la noche. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.” Y el poeta Céspedes Acosta, en su palabra diáfana como la luz de la noche, nos dice:” Quizás lo que realizamos piedra arriba / sea el eterno descifrar del paso olvidado / donde encontraremos las claves precisas / para que algún día la roca ocupe su lugar en la cima” (Sísifo). <br /><br />RUTH PATRICIA DIAGO<br /><br />Una poética del cuerpo entre la cotidianidad citadina es el cuadro que nos presenta la palabra de Ruth Patricia Diago. Un mundo de alegría fluye en sus versos en un lenguaje ágil, libre y decantado. La fiesta interior del ser extiende su flor cálida de sol y brisa. Si extender es el verbo del amor en contraposición al miedo que induce proyectar, entonces aquí hay amor percibido en el entorno feliz del tiempo: “Olaya y sus ruidos / rodeando las mejores horas.” Cuando hay paz interior el mundo sobra, parece decirnos la poeta. “Y este cuerpo que recicla sus placeres / es servido a voluntad y sin remilgos de tiempo.,” puntualiza en Abstracciones de lego, texto en el que, como en los otros de la muestra, el tiempo discurre hecho motivo. El tiempo es cambiante. Ello lo diferencia de la eternidad que es inmutable. Por eso la alegría iniciática se trastoca en angustia en Rescoldos, donde Ruth Patricia enseña su perfil existencial: “Sólo resta el desencanto / irrefrenable de tantos años.” Y la cotidiana vida de uno y de Ellos, los otros. El tendero, la cama, la caja de fósforos, las bolsas para la basura, las prendas interiores, el padre y Vivaldi; universo coloquial, sencilla vida en un erotismo sutil que fluye gracioso. Ellos, los otros, cumplen la cita del ritual entre la hierba “en busca de luz”. Bello relato erótico entre el tiempo del ser en su plenitud del entorno sencillo de las cosas propias y del otro, la poesía de Ruth Patricia Diago. <br /><br />GONZALO ALVARINO MONTAÑEZ<br /><br />Contención, precisión, el sentido semántico que se extiende en la percepción del lector, virtudes de la palaba breve en que se expresa el mundo interior de Gonzalo Alvarino Montañez. Rica en imágenes, fluida, entre lo onírico y lo real, enlazada a la sencillez de las cosas cotidianas, esta poesía nos va mostrando el mundo como en un prisma en donde la luz es atravesada por una lluvia lenta, sensual: “La luz te busca para ser más luz en tu cuerpo / intenta besarte / entra por el espejo / se detiene en tus pies / descubre un camino / levanta la sábana / sé que estás allí para unir la mañana.” (Prisma). Cada poema es una provocación, un contenido cierto pero expectante, un eco sugerente. El Yo poético se desliza entre un Tú que invoca y evoca en el entretanto del diálogo que formulan las gotas, los pájaros, los insectos, el árbol, la luna sin incógnita, el acontecer de las cosas raras, pero comunes al fin, diría. Hay una simetría, una correspondencia entre lo visible y lo invisible, entre lo diurno y lo nocturno, una lúdica que agrada, que atrapa. Tal vez esta palabra tenga su fuente en la “santísima trinidad italiana”, como la denominara el mismo Montale, así como en la bella tradición de la poesía china. Pero Alvarino Montañez le agrega la gracia caribeña, la cadencia, el fluir que le da un toque de naturalidad, un dejo de autenticidad bastante original entre el grupo de esta muestra: “Esa extraña manera de contar pájaros / y acariciar insectos con tu voz / despierta la mañana / Tus pies iluminan las escaleras / La reja que nos separa cede a tus manos, / en tu mundo de un solo árbol / todo es posible.” Y la metafísica del tiempo: “Morir como Li Po / con la certeza de una pregunta sin respuesta. O, en el mismo texto, Poemas de tres centímetros, estos versos que dejan una sensación de extrañeza, de distancia cercana: “Las piedras tienen mucho que decir / y sin embargo guardan silencio.” <br /><br />ROSEMARY MACIÁ VILLANUEVA<br /><br />En la voz de Rosemary Maciá Villanueva la sátira poética es un instrumento para retratar el entorno colmado de prejuicios de una sociedad pacata. En un lenguaje sencillo y despojado la autora denuncia la hipocresía, las anacrónicas costumbres enquistadas en el hombre contemporáneo. Figuras de autoridad moral en entredicho interno. La maestra de escuela que odia los niños, el sacerdote que “nunca ha creído en el rito que oficia”, la esposa que sorprende a su marido en tentación, el hombre que alcanza la senectud cultivando virgen una sagrada perversión. El ritual de la eucaristía es aquí motivo de reflexión sobre el celibato, la fe, la tentación, el hecho mismo de una dicotomía interior, el eterno conflicto del hombre en su condición instintiva enfrentado a un canon religioso que le comprime. En el trasfondo de la situación ética el individuo es presa de la culpa como condena al pecado que se convierte en delito continuado: “Qué hacer ahora / a sus cuarenta años / cuando ha probado la carne / Cómo seguir. De dónde sacar fuerzas / Acaso de ese cáliz lleno de vino / que no se convierte en sangre / (…). Un aliento de transgresión recorre esta poesía. La sospecha observa siempre al sujeto y deriva en juicio. Cada comportamiento en auto condena. La fuga definitiva de Antínoo a orillas del Nilo quien en virtud de la ironía y del imago poético renace o florece en el Camellón de los Mártires de Cartagena de Indias, lugar emblemático del sacrificio político: “Huye Antínoo / Resérvate para Adriano / Ya ves que Calígula y los otros / se pelean por ti / Ellos se creen los dueños de la ciudad / Ellos y sus máscaras / Huye y no tropieces / con los bancos de madera / Ya sé que está oscuro / y el canto se quiebra / pero tú eres ágil y hermoso / no permitas que te alcancen / en el Camellón de los Mártires / tu mundo es otro.”<br /><br />CELSO MONTOYA PALENCIA<br /><br />En textos breves de corte erótico la palabra de Celso Montoya Palencia se desenvuelve en un lenguaje sugerente como profecía del cuerpo siempre ahí. El Tú es principio y fin de esta poesía envolvente. Cada poema es encuentro y reencuentro, ausencia tangible en el olor de la piel y sus dones: “No me nombres / pero dame a oler tu vestido / donde viene envuelto tu pasado.”, (Así es como te conozco). La evocación del deseo hecho caricia llega al tiempo que es ahora o eternidad consumada. Todo confluye en la intención del placer que se prodiga en inocencia: “Sus brazos se escaparon / por la hendija de su pecho / y brillaron en la boca del deseo. / Su lengua / con el olor que devoraba del aire / casi toca mi cuerpo / y mis labios se saciaron lamiendo su pudor.” (Principio de un fin). Se convoca aquí una fiesta de los sentidos que se intuye desde el conocimiento mismo del misterio en la mirada permanente: “Mi cuerpo es una fiesta. / Pásame la lengua.”, (Haz conmigo una fiesta). Tiempo y espacio que se ofrece en el acto como una historia de camas, piernas abiertas, caderas, dedos, lenguas en la propicia singularidad del abismo. Se prodiga una cierta magia en la curvatura del instante: “Una cosa es que te lleve en el bolsillo / otra que te saque del mismo como pañuelo”. El Yo poético de Montoya Palencia, como una luz, encuentra eco y se extiende por la hora en la pequeña abertura del milagro, remolino de locuras, explosión al fin, plenitud hecha palabra en la piel de su amante: “Sus huesos se retiraron a lo profundo / solo quedaron sus carnes / asomadas a la pequeña abertura.”<br /><br />ALICIA NORMA ALAYÓN<br /><br />Tres relatos bien estructurados sirven para darle una mirada a la narrativa de Alicia Norma Alayón, que se desenvuelve en un lenguaje sencillo cargado de poesía: “Sin azúcar”, “Manos”, “Otoño”, historias donde la tensión de la palabra gana lectura desde el comienzo. En “Sin azúcar”, el título denota la amarga enajenación de una mujer que regresa al sitio de siempre, ordena dos cafés, el mesero vacila, se repite la orden, “obvio, siempre han sido dos, desde aquella mediatarde…”. Susurra la torpeza del mesero, siente la caricia de la pierna por debajo de la mesa, y la reflexión que sustenta la historia: “Desde el primer día supe que eres para siempre, a pesar del mundo, a pesar de esas construcciones sociales que limpian sus uñas en las carnes ajenas”. Diálogo abierto con su amante. Miradas. Extrañeza de la gente. Al caer la tarde el mesero lleva la cuenta, mira de reojo el café frío y dice: señora, él tampoco vendrá hoy y ya es hora de cerrar”. Es la historia de la ausencia, del desencuentro en donde el final sorprende al lector. “Manos” es un monólogo poético en que el título sugiere el texto que fluye ligero en la relación cotidiana de hechos amorosos enlazados en la caída paulatina de cada uno de los dedos: “Ahora alguien me ha dicho que es un defecto genético, pero no lo creo. Yo creo que saltaron de mis manos, porque eran ágiles y fáciles para la caricia.” La caricia es principio y fin del relato. “Otoño”, el cuento más poético de los tres, narra con fluidez irónica la enajenación de quien recluida en un sanatorio ve pasar las escenas amorosas de un Tú que es árbol en la caricia de la brisa, su amante, la protagonista de esta bella historia bajo el efecto de los sedantes. Alicia Norma Alayón configura en esta breve muestra una narrativa poética limpia, estructurada, con buen manejo estilístico, sugerente, con unidad temática, un Yo en diálogo que a la vez es monólogo de la locura, de la ausencia, de la caída, del devenir, de la palabra cierta de un universo profundo, psicológico, pleno de sorpresas y encantamiento.<br /><br />MARIO ALVIZ<br /><br />Un misterio revelador de los dioses converge como oráculo en esta breve muestra poética de Mario Alviz en la lectura atenta de tres textos, dos de los cuales asumen la poesía en verso y el tercero que la vierte al relato. El poeta conspira contra la anécdota de una cotidianidad tensa en la simbología propia del arcano y su significado trascendente para propiciar la palabra suelta, coloquial, en donde la impaciencia es atadura, nudo de las cosas, alerta de los sentidos, acaso presagio del silencio. Si función de la poesía es re-crear, aquí se construye el hecho mismo de una costumbre inveterada, ancestral como el ser mismo que la invoca y que se torna guía en el azar, lámpara en el camino del instante petrificado. Un tono erótico, común en varios de los reseñados, habita esta palabra, en el que el Yo poético se abisma en la penumbra, en las “estrías de tu oscuridad”, como fuente de placer no exento de dolor. Puede decirse que todo placer deriva dolor en el acto amatorio y que se requiere una mordaza que acalle el grito de la memoria o al menos el del silencio: “Mis manos vagan / de la cintura a tus senos / muerdo tu cuello / sólo para robar / tranquilidad a tus míseros dioses.”, (“Intimidad). “Fiona” es un relato urbano, una pequeña tragedia de la modernidad, consecuente con la realidad más inmediata de nuestra dolorosa cotidianidad, el hecho desapercibido de los seres anónimos, pero que el poeta observa y reseña, describe casi de manera psicológica, como en una crónica de lo previsible, triste noticia de cada día en cualquier lugar, a todas horas.<br /><br />EDISSON DUARTE<br /><br />Tensión que deriva en intensidad, en subjetivismo; narración sostenida de principio a fin, sin caídas, en lenguaje sencillo, directo, articulado; buenas historias; son virtudes de la narrativa de Edisson Duarte en esta muestra, virtudes predicables de todo buen escritor de cuento. Germán Espinosa decía que “Sin una historia verdaderamente digna de contarse, emprender esa aventura sería como apelar a un trasatlántico para cruzar un charco o un yumbo-jet para atravesar la calle.” Bajo este presupuesto “La fea”, “Cirugía plástica” y “Genoma humano”, constituyen historias normales del acontecer humano, material que el autor trabaja concienzudamente en busca del resultado requerido. Hay una ironía subyacente, un humor fino que enaltece, en el tratamiento que Duarte le imprime a sus historias. Aquí la poesía no cabe, y tal vez ello explica el tono de ironía. El elemento psicológico, ostensible en cada uno de los cuentos, es parte del atractivo, diría primordial para su desenvolvimiento y desenlace. Un comienzo preciso, afilado, con la contundencia del estilo indispensable en la elaboración del entramado, es manifiesta: “Un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando la vi, (…), esgrime en “La fea”. La siguiente frase desencadena la urdimbre: “en ese momento no sospeché lo que el destino urdiría en mi contra.” Este cuento da cuenta del manejo estilístico del autor que se mantiene seguro durante todo el relato, conservando el pulso, el monólogo interior, el arranque inicial, hasta un final que consigue sorprender al lector. El mismo tratamiento ocurre en “Cirugía plástica” y “Genoma humano”. Los tres comparten el lenguaje sencillo y fluido, la verosimilitud del argumento, el tema urbano, el pulso, la tensión, el aspecto psicológico, la calidad narrativa. Un elemento subyacente, formador, es común a las tres historias. Hay que resaltar la temática, que se aleja de la desafortunada tendencia actual de la narco narrativa. <br /><br />EDGARDO HERRERA<br /><br />Hay oficio en la narrativa de Edgardo Herrera. Los trabajos incluidos en esta muestra denotan un hacer paciente de artesano de la palabra, así como la vocación necesaria para acometer tal propósito. Su escritura refleja un acontecer tallando la piedra de la imaginación, afilando la técnica, consultando oráculos, indagando el asunto, investigando la materia de su obsesión. Los temas escogidos son de carácter universal en su sencillez pero también en su oscuridad. Observamos aquí economía de recursos y de lenguaje. Objetivismo y subjetivismo enlazados en una palabra que es a la vez figurada y hermética. “Mr. President” es un texto críptico en el que Herrera hace gala de sincronismo, economía del lenguaje y un tono poético que gana en atractivo para la lectura en tanto la ambivalencia en sus dos acepciones: como interpretación y como sentimiento.” Los zapatos de Simón”, es un cuento breve, ágil en su desarrollo, con una descripción apropiada y apretada a la extensión y a la velocidad de la narración, con la verosimilitud que da una historia común de cualquier ciudad en donde se presenta un accidente de tránsito con muerto. El atractivo de este cuento se da en el aspecto psicológico cargado de poesía: la actitud emocional de las personas que rodean el cuerpo, de curiosidad, estupor, y repugnancia frente a los olores, en contraste al sentir de Simón quien “extasiado entre el gentío, contemplaba absorto los zapatos del muerto, y se imaginaba radiante, luciéndolos un sábado por la tarde.” Este elemento narrativo, la actitud de Simón respecto de los zapatos y todas las descabelladas pero graciosas ideas que se le ocurren, cubre la mayor parte del texto, desde el título hasta el final, salvo una rápida introducción de tres líneas. El desenlace, fluido y consistente, deja sin embargo una afortunada, poética, sensación de vaguedad y extrañeza. <br /> <br /><br />No sé si este colectivo constituya una generación en el sentido propio de tal denominación, la cual debe cumplir requisitos como la edad de sus integrantes, una postura ética frente a la sociedad, aunada a la calidad estética de su trabajo. De esto último estoy seguro. Existe homogeneidad en el nivel de la propuesta poética y narrativa de los aquí reseñados, en lo que a calidad se refiere. Hay en el trabajo de este grupo que dicho sea de paso, se mantiene casi anónimo, destellos de luz y de sombra propicios al desarrollo y crecimiento en tanto mantengan vivo su interés común y continúen la senda elegida de acuerdo a sus vocaciones particulares. <br />En una sociedad autista como la colombiana, en la que los grupos de poder condenan cada vez más al exilio las manifestaciones del espíritu, la labor emprendida por la Generación Fallida es loable y merecedora de todo entusiasmo. <br />La Generación Fallida, que somos todos, le recordamos a esta sociedad sombría la iluminada reflexión de Giuseppe Ungaretti, uno de los más importantes artífices de la esencialidad poética:<br /><br />“Toda verdadera poesía resuelve <br />milagrosamente el contraste de ser<br />singular, única y anónima, es decir<br />universal.”.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-37469743902421130272012-02-14T06:11:00.000-08:002012-02-14T06:40:28.851-08:00EL TRASFONDO DE LA SOMBRA DE JAIRO ALBERTO LÓPEZ<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT31s__jdKBSFcnKSvyOfXI1OI4_tIhyg1Of5n4tLQzKVZPEGGYU55H75LxM3ZasZUeVhbz-6N1RZAkeWfkbX-iCmsg61dh0TpFbIHzVOxKlBghgTJbfXwdZ5tTNM5KgAI0aPqUuDYBvcn/s1600/EL+TRASFONDO+DE+LA+SOMBRA.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 212px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiT31s__jdKBSFcnKSvyOfXI1OI4_tIhyg1Of5n4tLQzKVZPEGGYU55H75LxM3ZasZUeVhbz-6N1RZAkeWfkbX-iCmsg61dh0TpFbIHzVOxKlBghgTJbfXwdZ5tTNM5KgAI0aPqUuDYBvcn/s320/EL+TRASFONDO+DE+LA+SOMBRA.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5708997471970392690" /></a><br />Por: Hernando Guerra Tovar <br /><br />El mundo que vemos es el efecto de nuestra proyección o extensión desde un yo oculto en el inconsciente. Todo está en el interior del ser. Percibimos el exterior en congruencia con nuestras más caras obsesiones. Fundamos el mundo físico. Ello explica la individualidad y el especialismo -el ego- en que el ser se debate desde la fabricación del cuerpo, el tiempo y el espacio –la forma-, la cual prevalece frente al contenido, en un universo de apariencias.<br /><br />Desde esta premisa la poesía es un viaje que se inicia en la más profunda interioridad del hombre, constituyendo su tesoro más preciado: la autenticidad. Aquí está su valor. En este hecho afortunado radica su posibilidad humana, vindicadora del ser, del genuino ser con su carga de visiones, palabras en la forma, pero con alto contenido de silencio. El artilugio queda proscrito. Claro, como toda creatura, la palabra llega con sedimentos que el poeta debe limpiar, pero esta decantación no aparta la revelación primigenia contenida, y por lo tanto no traiciona la certeza interior, que es la verdad. <br /><br />Es en este territorio donde El trasfondo de la sombra (Colección Los conjurados, 2011) de Jairo Alberto López, nacido en Aranzazu, Caldas, Colombia, en 1964, irrumpe con su itinerario de destellos. Ya en 2005 nos había sorprendido con El grito de los muros (Editorial Domingo atrasado), y desde entonces asistimos a la feliz comprobación de una voz nueva, que nos confirma la persistencia de la Palabra en una nación fragmentada, hecha de violencia, banalidades y retazos, en un tiempo casi detenido, inerte, como el poeta advierte en el poema Puente: “Tiempo congelado del río. / Señal de nuestros vacíos / ante el fugitivo horario del alba. / Puerto para migración de crepúsculos. / Evocas a mis suicidas / y precipitas / el último de los sueños.”<br /><br />En El grito de los muros, el poeta Jairo Alberto López traza su derrotero por la palabra oscura, ávida de luz, que da cuenta de su sensibilidad, de su obsesión por el alba, en donde los colores transparentan la noche e inauguran el esplendor de la vigilia, lejos del agujero negro que le asedia: “Veo que mi soledad posee su escondite, / un hoyo negro en el infinito tal vez. / Posiblemente todavía me torture / con la primera aparición de la luz.” (Lobreguez). Y, es éste último verso el puente que cruza el río congelado de la vida para dar continuidad al símbolo en la noche infinita de su poética, en el segundo libro, El Trasfondo de la sombra. Aún la sombra le persigue y le perseguirá, y de ello somos beneficiarios sus lectores, secta invisible que le sigue para beber de las tinieblas el licor de su brebaje.<br /><br />No en vano el poeta López arranca este nuevo poemario, que no es nuevo propiamente, sino la perplejidad de su devenir oscuro, con este verso: “Camino con la duda que los actos producen.” El poeta sabe que la incertidumbre es puerta al camino de un universo a otro, de un sueño a otro, que al final es el mismo. Si bien esta circularidad conduce a ninguna parte en términos metafísicos, en el lugar de la poética sí genera un movimiento que se traduce en el crecimiento de la propuesta estética: “¿Quién anda ahí? / -pregunto a la oscuridad-. / Nadie responde. / Cautelosamente / mi sombra se ausenta.” (La desnudez de la costumbre).<br /><br />Si la sombra se aleja para regresar una y otra vez, también es cierto que hay un fluir cercano que el poeta contempla extasiado como para musitar estos versos estremecidos: “Un río transita frente a mi ventana. / (…) Nada veo después de esta imagen. / Soy yo tras mi sospecha.” (Sueño). Las preguntas que a la vez invocan, como una plegaria, el advenimiento de la luz, desde la profunda interioridad existencial que es, repito, constante en la breve pero esencial obra de López, concurren al acierto de su visión, o si se prefiere de su sospecha iluminada, elemento significativo en toda propuesta estética, aquí y en cualquier lugar, es decir, que le confiere universalidad: “¿Hacia dónde voy con este cuerpo / y su evocación? / (…) ¿Cómo reconstruir la memoria / que nos devuelva al primer nacimiento?<br /><br />Poeta que se respete indaga su génesis. Esta mirada interior hace parte de su condición mística. La videncia que le es propia al artista se plantea en la certidumbre de su propósito revelador, acto de creación, y para ello se vale del candil, lámpara ancestral que encuentra luz entre la sombra más propicia, hallazgo o comunión necesaria en el esquivo silencio de la noche: “Ha empezado a desnudarme / la lámpara con la que busco mi orilla. / Sufro los días interminables.” (Oquedad). Y en el poema Candil: “En la casa / (…) ¿El laberinto que conduce hacia sus cuartos / conocerá el final de mis pasos? / (…) Allí mi cuerpo es lámpara: / refleja lo que contiene; / transforma mi alma para danzar / en la plenitud de los reencuentros.”<br /><br />Como en la alegoría de Platón, El trasfondo de la sombra puede ser una caverna en donde se proyecta, distorsionado (toda proyección es irreal) el tránsito del mundo externo (- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados...) Aunque Platón lo expulsara de su República, aquí el poeta, como el filósofo, es el liberado que trae o lleva noticias de la luz desatadora de las cadenas de sus compañeros, pero nadie le cree, sólo su angustia: “Navego, pero una amarga ola / vive en mí como sombra maldita.” Así, el reencuentro de la libertad hace una pausa de siglos en el instante de la eternidad, se congela en el dolor de la ausencia, y entretanto la sombra prosigue su reinado: “La herida que cicatriza / se nutre con la herida que se inaugura.” <br /><br />Con El trasfondo de la sombra, en una bella edición ilustrada por el mismo autor, prologado por la poeta, narradora, ensayista y gestora cultural, Amparo Osorio, la obra de Jairo Alberto López, incluido en la reciente Antología preparada por el Profesor Fabio Jurado Valencia, “Poesía colombiana 1931-2011” (Colección Los Conjurados), alcanza un nivel de madurez entre las más recientes voces, y le sitúa dentro de la tendencia contemporánea en nuestro país, que hace de la poesía un conjuro contra la dictadura de la sinrazón: “Aprende a concebir lo imperceptible. Despoja de su máscara a la muerte.” (Poeta)..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-79660404821678767932011-11-07T04:32:00.000-08:002012-01-17T08:09:26.915-08:00LA RESISTENCIA POÉTICA<br />POETAS DE LA LUZ ENTRE LA SOMBRA<br /><br /><br />Por Hernando Guerra Tovar<br /><br /><br />“Aquí han hecho de la poesía una religión<br />Aún este país puede salvarse”<br /> Hans Magnus Enzensberger<br /><br /><br />La poesía es revelación, magia, conjuro, festejo, comunión, percepción, atención, meditación, silencio, escepticismo, misterio, caída, ascesis, pero además es fortaleza, libertad, resistencia espiritual frente a las tiranías interiores y exteriores del hombre. Desde la primera edad el hombre se ha valido del canto poético como atenuación de sus dolores, de sus búsquedas fallidas, de sus encuentros con lo desconocido, y más recientemente, ante las acometidas del Estado y de la Iglesia, la palabra poética ha sentado las bases de la liberación de prácticas que constriñen el ser del hombre y de las cosas. <br /><br />La poesía entendida como religión, ha hecho frente a los embates del racionalismo y del dogma como medios de aprisionamiento de la conciencia individual y colectiva. La poesía como reflexión ha concursado con la filosofía en el intento de dilucidar las más profundas formulaciones existenciales del ser humano y su entorno. La poesía como aspecto psicológico y sociológico, ha alternado con esas disciplinas en la elaboración de conceptos del orden individual y colectivo en el estar y devenir del ser. <br /><br />La poesía, la más alta expresión del hombre, que no de comunicación pero sí de comunión, reúne en su esencia todo el sumo del saber, y esta certeza le confiere o mejor le exige una postura de autoridad amorosa, firme y segura, de resistencia ante cualquier acto o tentativa en el terreno de lo conflictivo y caótico del pensamiento y accionar humanos: lugar sagrado que contempla, interioriza y resiste. <br /><br />¿Qué sino resistencia espiritual han sido los diferentes istmos, el romántico, el surreal, el expresionista, el simbolista, el moderno, vanguardias todas que llevan implícita la consigna de liberación tras el rostro puramente estético de sus propósitos? La filosofía, la religión, la mística y aun la política, han sido en la historia nociones cercanas en sus intereses a la poética, en su contacto permanente con el hombre. Pero la poética ha sabido mantener distancia que la diferencia y la pone en órbita distinta, tanto en la forma y presentación como en el contenido de su discurso. La poética y la política no confluyen en el interés que las anima. La primera hace del hombre un ser vital que canta e indaga su génesis en el camino hacia la trascendencia. La segunda manipula las posibilidades del hombre en el arraigo, como medio meramente utilitarista, con precisos y mundanos objetivos. Mientras la poética busca la exaltación del espíritu humano, la política en cambio ve al hombre como cifra, cuota, objeto puramente material de intereses mezquinos y egoístas. ¿Existe acaso alguna revolución política en la tierra que haya liberado al hombre del dolor y el sufrimiento, del hambre y la diferencia? ¿Cada cruenta revolución no es acaso el simple paso de un régimen opresivo y explotador a otro igual o peor? De lo que sí estamos seguros, por ejemplo, es que obras poéticas importantes como la de Neruda, tienen su lugar pedestre en el tema político partidista, o que la mayor parte de la obra de Maiakovski y todo el realismo socialista no pasan de ser panfletarios. ¿Qué queda de tanta poesía escrita durante la revolución de Nicaragua? ¿Y de nuestro poeta vanguardista Luis Vidales, ¿qué prevalece, Suenan Timbres o la Obreríada? Podríamos decir con Calvino que la poesía es viento, nube, pájaro, y que a contrario sensu, la política es oscura roca, piedra del camino. <br /><br />Ahora bien, en Colombia existen ejemplos bellos de poesía comprometida como este texto de Juan Manuel Roca, Epigrama del poder: “Con coronas de nieve bajo el sol / cruzan los reyes.” Así como este poema de Luis Aguilera: “El casco rojo del soldado / puso en la calle un sol de medianoche. / La ciudad por entonces ardía en los puñales / y el miedo se quedaba tras los pasos. / Nada había: ni viento ni aire respirable. / La pólvora en pájaros recientes perforaba el cielo. / Y a lo largo hubo árboles que nunca fueron árboles /sino horcas con follaje. Y sé – lo dicen los despachos noticiosos – que el hambre encumbra cuervos / sobre aldeas y que en los campos los perros / arrastran, del pie de los caminos, / los cuerpos caídos en la huída. / Toda generación nace en la postguerra / y hay que hacerse a la idea de que pronto pasará lo que se teme, de que nunca es extranjero / un hombre muerto. Toda tierra es patria / si se recibe una andanada de balas en el pecho / y se queda uno tan solo, / y sin huellas ni puntos cardinales. (Historia para contar a un niño bengalí). <br /><br />Podemos mencionar otros poetas, otros poemas, que respetando las condiciones de la alta palabra, se aventuran en el tema político o de la violencia, como es el caso de Fernando Charry Lara, que de pronto, sin salirse de su lirismo misterioso, sugerente, nocturno, nos sorprende con un poema que trata de la violencia expresada en una pareja que yace muerta en una carretera: Llanura de Tuluá; Eduardo Gómez, el importante poeta de Miraflores, es asimismo una de las voces altas de nuestra poesía que aborda con éxito el tema político y social: su primer libro, Restauración de la palabra, es una clara muestra de ello. Seguramente el lector encontrará otros ejemplos de cómo se puede comprometer, vivir la actividad política, revolucionaria, denunciar los atropellos e injusticias que contra el pueblo ejecuta el sistema, a través de la más alta expresión del lenguaje, la poesía, es decir, sin caer en el panfleto o la mera denuncia. <br /><br />Claro que el poeta, como individuo que es, como ciudadano que es, comporta necesariamente una entidad política, esto no tiene discusión. Mas la poesía es libertad, fortaleza espiritual frente a los problemas del hombre en su relación consigo mismo, con el entorno y con el otro en su necesaria y vital comunión humana, y por tanto no puede estar amarrada, subyugada, encadenada, supeditada a cualquier otra disciplina o actividad que la disminuya o la extravíe en sus condiciones ontológicas.<br /><br />Tal vez el mayor ejemplo de amplitud y de aporte intelectual en Colombia sea la Revista de poesía y literatura Mito, creada en 1955 por Jorge Gaitán Durán y Hernando Valencia Goelkel, poeta, ensayista, y crítico, respectivamente, como posibilidad de vindicación cultural frente al enorme vacío dejado por la política ultra reaccionaria de Laureano Gómez y su prolongación, el Frente Nacional, y que reúne la importante generación de intelectuales que lleva su nombre, entre los que resaltan, además de sus fundadores, el poeta Eduardo Cote Lamus, el escritor y periodista Hernando Téllez, el político de izquierda Gerardo Molina, los narradores García Márquez, Jorge Eliécer Ruiz y Pedro Gómez Valderrama, los poetas Álvaro Mutis, Fernando Charry Lara, Fernando Arbeláez, Héctor Rojas Erazo y Rogelio Echavarría. La revista llegaría a nutrir la intelectualidad del momento, (los años 50), así como a las generaciones posteriores. <br /><br />De los aportes de Mito cabe destacar la implementación de los elementos necesarios para una convivencia intelectual, en la medida en que no adhirió a una ideología determinada, ni a intereses políticos mezquinos. Al contrario, sus colaboradores fueron de izquierda, del conservatismo y del liberalismo moderado. El hispanista y crítico colombiano Rafael Gutiérrez Girardot anota que “la calidad y la honradez eran el único mandamiento y el lazo humano que los unía”. Criticó igualmente la revista la exagerada tendencia de la sociedad del momento, de ver y convertir la poesía en mero ornamento, oponiendo a ello, la disciplina y el rigor en el hacer poético. <br /><br />La Casa de Poesía Silva constituye un claro ejemplo universal de decisión por la alta palabra. Fundada el 24 de mayo de 1986 en una vieja casa del Barrio La Candelaria, construida hacia 1715, tuvo desde el comienzo como directora a la poeta y periodista María Mercedes Carranza, quien le imprimiera una dinámica capaz de situarla en un lugar destacado en el concierto internacional, proyecto precursor, acaso único en su dimensión dignificante. Lugar de encuentro, de consulta, de lectura, de asistencia a recitales y conferencias, de escucha en la voz de innumerables autores, de acercamiento a su historia, es testimonio de la elección por la poesía. Allí se reseña el curso de la poética nacional. Ofrece los servicios de Talleres de poesía; biblioteca y librería especializadas, fonoteca, auditorio, poesía a la carta. Su Revista anual registra cada uno de los actos, lecturas, conferencias, encuentros. Sus convocatorias anuales, con temas alusivos, estimulan la creación poética. Las visitas guiadas a la que fuera la última morada del modernista José Asunción Silva (1865-1896) y que hospedara al poeta Aurelio Arturo (1906-74) contribuyen igualmente a enaltecer y conservar la memoria poética de la nación. Campañas como La poesía tiene la palabra, Descanse en paz la guerra y Los Alzados en almas, son aciertos dirigidos a atenuar, con ese humor poético, el imperio de la violencia. <br /><br />El más importante aporte poético de esta postmodernidad en Colombia lo constituye el monumental hecho conocido como Festival Internacional de Poesía de Medellín. Surgido en 1991 por iniciativa de la corporación de arte y poesía Prometeo, como respuesta a la violencia desatada que ubica a esa ciudad entre las más peligrosas del mundo, con las tristes consecuencias de laceración de las bases de la sociedad creciente, el deterioro del lenguaje cotidiano, el menoscabo de la dignidad y toda una tensión en la población que se debate entre el miedo, el desconcierto y la alta palabra, se constituye desde el principio en una clara alternativa de resistencia espiritual frente a los violentos, sustentada en la fervorosa acogida, en el milagro de una convocatoria creciente, en la simpatía de los sectores más vulnerables, en el despertar de una nueva conciencia: la solidaridad poética. El espíritu se anima, se estremecen los corazones anhelantes, se congregan las voces, se propician los abrazos y una nueva era empieza en donde la poesía es la con-vida-dada al festejo del reencuentro. “Es en los tiempos aciagos cuando la poesía eleva su mirada a la cumbre donde capta la luz”. <br /><br />De una asistencia en el primer Festival de mil quinientas personas a la lectura de 16poetas colombianos, se pasó entusiastamente año tras año, a la convocatoria de cientos de personas en el XXI Festival, en la lectura de 90 poetas de los cinco continentes 164 actos programados y realizados. Es decir, el Festival Internacional de poesía de Medellín reúne en veinte años de existencia a 863 poetas de 143 países, para un auditorio de más de dos millones de personas, hecho que lo constituye en el más importante y multitudinario ejercicio de libertad y fraternidad humana alrededor de la alta palabra. “Es una expresión de la lucha contra la guerra, por la libertad de creación, de pensamiento y de reunión.” <br /><br />Surgido de la apremiante necesidad de crear espacios frente a la violencia de la ciudad de Medellín, considerando la acción liberadora y dignificante de la poesía, el festival pasa rápidamente de nivel local a nacional e internacional, y de evento que ofrece a la comunidad recitales y algunas presentaciones de videos sobre la vida y obra de poetas, a incluir dentro de su programación Talleres de poética, con la creación de la Escuela de Poesía de Medellín en junio de 1996. Es un movimiento internacional que aglutina millares de personas ávidas de luz, de poesía. Fue declarado patrimonio cultural de la nación, y distinguido con el premio nobel alternativo de la paz en 2006, en reconocimiento al coraje y a la esperanza en tiempos de desesperación” Es el modelo para la fundación de festivales en Argentina, El Salvador, Costa Rica, Venezuela, Nueva Zelanda y otros, como el festival itinerante de África. <br /><br />A partir del XX encuentro realizado en 2010, se inician las primeras conversaciones a nivel de directores de festivales, con el propósito de constituir La Red Mundial de Festivales de Poesía, que en 2011 desemboca en la fundación del denominado Movimiento Poético Mundial. Allí se discutió la relación entre la poesía y la paz, la reconstrucción del espíritu humano, la reconciliación y recuperación de la naturaleza, la unidad y la diversidad cultural de los pueblos, la miseria material y la justicia poética y sobre las posibles acciones a tomar en pos de la globalización de la poesía.<br /><br />Este es un movimiento humanista como ningún otro en el mundo. Es la rubricación de la verdad respecto de los alcances liberadores y libertarios de la alta palabra. Si se pudiera medir la disminución de la criminalidad en Medellín, y la extensión de sus efectos al resto del país y aun de las naciones vecinas, podríamos llevarnos afortunadas sorpresas. El efecto multiplicador de cada poema reside en la conciencia de los miles de asistentes a las diferentes jornadas en Medellín y las demás ciudades en las que tiene presencia el Encuentro. Digámoslo con Octavio Paz: “Operación capaz de cambiar el mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior”<br /><br /><br /><br />.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-50762030143034919372011-10-29T20:29:00.000-07:002011-10-29T20:46:11.430-07:00EL OTRO VUELO DEL CUERVO<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJ8MVRZqomHziFVSF3TQniuROXNbWjFK9PrDHTq7ZdhdNwpz6PEr6BrdVREC4khjvRb9W5LrF6Y3EqjmMWrESSzym_H22CR4f75Qrr_-F9b4tQ9F7hGSElyzveadfELH0YAdPuqiLdMcda/s1600/EL+OTRO+VUELO.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 213px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJ8MVRZqomHziFVSF3TQniuROXNbWjFK9PrDHTq7ZdhdNwpz6PEr6BrdVREC4khjvRb9W5LrF6Y3EqjmMWrESSzym_H22CR4f75Qrr_-F9b4tQ9F7hGSElyzveadfELH0YAdPuqiLdMcda/s320/EL+OTRO+VUELO.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5669125426402902594" /></a><br />Por Hernando Guerra Tovar<br /><br /><br />Antes del comienzo era la página en blanco. En su vasto territorio de silencio “el cuervo tiene su propio mundo y no depende de la mano del poeta”. Antes de la página en blanco era el cuervo. ¿Quién fue antes, el cuervo, la página en blanco, el poeta? Con este misterio en la fundación del mundo inicia El otro vuelo del cuervo, libro con el que Esmir Garcés Quiacha (Algeciras, Huila, Colombia, 1969), obtiene el Primer Premio Nacional de Poesía convocado por la Universidad Industrial de Santander –UIS- en 2009. <br /><br />La intención del poeta no es sorprender al lector con una dilucidación genésica. Al contrario, el libro empieza de la manera más natural, anunciando la creación del mundo poético. Desde el primer texto asistimos a la alta palabra, a la poesía, y la poesía, cuando lo es, conlleva el sobresalto. Es connatural a la poética el misterio, la sorpresa, el encantamiento. El valor de la palabra poética reside en su capacidad de concitación. El estremecimiento del lector ante el poema que le suscita emoción o deleite, es la razón de ser del encuentro. La relación autor-lector tiene su validez en la vaguedad, o si se prefiere, en la polifonía. La poesía que se escribe en esta postmodernidad requiere no ya del canto sino del desencanto, es decir, el esfuerzo. La poesía que exige ahora el lector es aquella capaz de comprometerlo, de incitarlo al peligro. Si reconocemos que el poema es abismo, al lector lo que le agrada es ese vacío, esa posibilidad de caída. Caer aquí es ser. Y en éste ser se configura la complicidad del lector con el poeta. Y es ésta complicidad sostenida la que renueva la lectura, la que propicia la relectura. Cuando el poeta y el lector se vuelven uno en el vacío, sobreviene la salvación. La salvación del mundo. <br /><br />El mundo poético de Garcés Quiacha en este libro está asistido del vuelo. Pero, ¿por qué el cuervo y no la paloma, el águila o el cóndor? Diríamos que en el cuervo prevalecen varias condiciones para que sea motivo poético, no sólo de nuestro invitado, sino también de Edgar Allan Poe, Ted Hugues, Juan Manuel Roca o Andrés Matías. Estás son su especial inteligencia, la envergadura de sus alas, que pueden llegar al metro en pleno vuelo, su gusto por los brillantes y las gemas, su capacidad de imitar sonidos humanos, su condición de carroñero, y toda una mitología universal al rededor de su imagen. <br /><br />El primer vuelo del cuervo sucede en el mundo real. El segundo vuelo del cuervo acaece en el poema: El cuervo agita sus alas / para advertirnos que el mundo comienza / en el aire. En este decir poético reside el fondo, la sustancia del libro. El ser está hecho de aire y se debe al aire. El aire es la vida. Sólo en la caída se halla la salvación, porque la caída es el contacto con el aire que propicia el vuelo, que da la vida. La vida está en el poema: Con el pájaro llega el día, noticia de bosques cercanos. Trae en sus entrañas el rocío de su canto y el vuelo fugaz de una estrella. <br /><br />No sé si sea lugar común decir que la vida se sustenta en el amor. Dios creó al hombre a partir de su pensamiento amoroso. Tal vez para los escépticos esta afirmación sólo sea un despropósito. Pero el cuervo del poeta Esmir, parece corroborar mi aserto: Cuervo dijo: “Vuela”, y abrí los brazos, / y el viento movió mis alas. Cuervo dijo: / “Grazna”, y mi boca expidió un horrible /sonido. Cuervo dijo: “Ilumina los ojos”, / y mis pupilas se volvieron ruedas de / fuego. Cuervo dijo: “Ama”, y aprendí a / despedirme de la muerte.” <br /><br />El cuervo ocupa un lugar importante en nuestra cotidianidad, habita en nuestro hogar y clava cada día sus garras en nuestros hombros, tal vez recordándonos su presencia, o corrigiendo cada una de las mil perversiones que nos deleitan. Así, hemos construido jaulas a nuestra conciencia: “Todas las noches dibujo una jaula distinta, línea tras línea, barrote tras barrote” (…) Me ha parecido difícil que los cuervos vuelen en ella.” Aprisionamos al cuervo. A veces, en momentos de lucidez y paz, la jaula permanece vacía, y sin embargo, anota el poeta, “Esto no la exime de seguirse llamando prisión.” Prisión-poema-vacío, acaso culpa, o Ego como en el cuervo de Hugues, la palabra es el vuelo desde la infancia, en un hacer intacto colmado de memoria, o al menos de línea, su trazo invisible en el tiempo del poeta y del hombre, que comprende el universo desde el ocaso hasta el espejo y del río hasta el fuego. Todo lo cubre esta gramática. El lenguaje se vuelve magia en la voz oscura o diáfana de Garcés Quiacha. El extrañamiento es milagro en donde la verosimilitud se puebla de bella fantasía, de rotunda fluidez transportadora. Éxtasis del silencio. Porque la palabra contenida en este libro posee una destilación y una decantación a prueba de ave, de ala o de sueño. ¿Por qué, entonces, construirle jaula a este pájaro mítico, agorero y perverso? ¿Cómo detener su hechizo en este ahora de difusionismo estéril, en este aquí donde pululan los bien llamados poetas sin poema, sin palabra, sin vuelo? <br /><br />“Una mano entrega el pájaro, la otra recibe una moneda.”<br /><br />La poesía es evocación y también magia del instante. Garcés Quiacha armoniza en este libro las dos virtudes de tal forma que nos presenta un pequeño bestiario urbano. El poeta traslada a la ciudad un pedazo de su tierra con todo y gallo y tigre y murciélago y lobo y pájaro y río y árboles. Asistimos entonces embelesados al poder convocador de la palabra. El apartamento del poeta, en el piso diez de algún edificio del centro, a salvo del barullo, se vuelve el lugar del reencuentro. La mesa echa raíces y en su follaje se esconde el cuervo. Y el tigre, que un instante antes, -léase poema antes- asoma por la ventana con sus rayas de sol, de manera insólita, convive allí con el cuervo. Y cuando llueve, el cuervo oculta su vuelo y el tigre se interna en el florero. Este ejercicio de transportación tiene sentido más allá de la magia verbal del poeta, de la alta calidad de su palabra, de sus imágenes frescas que renuevan lo sentidos. La poesía de Esmir Garcés Quiacha es parábola o alegoría que oculta un yo poético inquieto por el devenir, por la conciencia espiritual y existencial del ser, en la paradoja vivencial del hombre postmoderno: “Algo agoniza en cada paso que damos, / en una ciudad donde gritan una piedra, / un perro, una hoja. Una daga lanzada / desde la muchedumbre viaja a lo largo / de la noche. El hilo se rompe y abandona / la madeja como los pájaros lo hacen de / las ramas, pero la ciudad, como un dios, / inventa sus propias batallas, sus propios / verdugos, sus propios heridos.”<br /><br />El otro vuelo del cuervo de Esmir Garcés Quiacha se sitúa dentro de la poética nacional en Colombia. El premio de la Universidad Industrial de Santander (UIS) lo convalida, pero más que el premio hay que acudir a su real valía, a su decantada y misteriosa palabra, a sus imágenes sencillas pero cargadas de significación vital y estética. Las raíces de la mesa en el apartamento del poeta, su follaje, son las raíces que pueblan la interioridad del ser que es Esmir, que somos todos. El Huila, “Tierra de Promisión”, tiene en este autor la continuidad de una tradición hecha de verde, de río, de suelo. Su libro anterior “Todos los ríos”, convoca el agua incesante del tiempo, contrariando el aforismo de Heráclito al decir categóricamente: “Todo iniciado se sumerge dos veces en el agua” (…) Hay una generación de poetas del Huila que se nutre de la savia de Rivera, pero también del paisaje evocador de Arturo. El árbol, el pájaro, el río de la Magdalena, el de las Amazonas, Todos los ríos, sus afluentes espirituales; los ríos de Correa Losada, el “Árbol puro del río” de González Martínez, Aniquirona y Regreso a Shuaima, de Morales Chavarro, los bosques y el “Paisaje con relámpago” de Rivera Monje. <br /><br />En este grupo de poetas de la tierra, el bosque y el agua, resalta ahora Garcés Quiacha, una voz que conjunta las raíces con el vuelo, hace de la pesadez y de la levedad un solo verso, alquimia de silencios, de milagros, de aciertos metafísicos, de oscuras reflexiones, de paneos de visionario a un paisaje de sangre y alegría, de denuncia estremecida, de alto vuelo. Profunda y estremecedora palabra, que anhela el país dejado en la piedra de la infancia: Puliré esta piedra hasta hallarle su punta / de luz, tan dura como el metal. Una piedra / para filosofar estos tiempos, muy / similares a los granos de arena. Una / piedra para la miseria de los días. Afuera / la lluvia es otra, el país es otro.<br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /><br /> <br />.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-31915787773227975362011-10-28T12:42:00.000-07:002011-10-29T11:15:32.983-07:00SIGO LLAMANDO A ESTA LUZ<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5qfb7eemjVAkXYSBWy4hNY5uqCe4HecPlaYX6n2kFbZdLD1EpmGBgZvP8toL0Ul7GDKGoIeuTgDWw606gGGV7innZFCXDFF0Gp1yDjjzk0la8rm9Bt3E0vJ1iy-cvaB1u9qYMGMQtVt91/s1600/SIGO+LLAMANDO+A+ESTA+LUZ_0001.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 210px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5qfb7eemjVAkXYSBWy4hNY5uqCe4HecPlaYX6n2kFbZdLD1EpmGBgZvP8toL0Ul7GDKGoIeuTgDWw606gGGV7innZFCXDFF0Gp1yDjjzk0la8rm9Bt3E0vJ1iy-cvaB1u9qYMGMQtVt91/s320/SIGO+LLAMANDO+A+ESTA+LUZ_0001.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5668676450133705250" /></a><br /><br />La pregunta que formulara Tales hace más de dos mil años es recurrente en este libro de Marysol Carrero Necker. Lírica y reflexión conjuntadas y conjuradas para dar cuenta del misterio iniciático, del éxtasis del silencio, del tiempo como ilusión enfrentado al instante, tal vez la realidad, acaso otro sueño. Urgente actitud de quien indaga el origen, el oscuro milagro de los dioses que la poesía revela en acto de extraña comunión entre el hombre y lo sagrado, y que ante el desprestigio de aquéllos deriva en persecución, en lucha denodada entre la razón y el asombro: “Río, brebaje infinito. / ¿Dónde está el camino de los dioses que me enseñaste?”<br /><br />Palabra tierna y desgarrada. Recorrido desde el abismo en donde la duda asalta en cada fuego, en la inocencia del primer atisbo, en la conciencia del ser y del estar, en la certeza del no tener, en el ancestral despojo del nacimiento: “Soy sustancia cósmica de lecho de río. / ¡Tengo lágrimas de vida y canto!”<br /><br />Sigo llamando a esta luz emprende un viaje por las riesgosas orillas de la palabra interior, en perfecta vulnerabilidad de máscara desde adentro, paradoja existencial del hombre en todo tiempo y lugar, como si de este anhelo germinal dependiese el reencuentro, la culminación feliz de la tiniebla iluminada. Hay que saludar la nueva palabra de esta escritora venezolana. Certera y valiente, sabe que el “tiempo es una trampa”, que siempre nos asedia el eterno retorno, “la fosa abismal de la memoria”, “el delirio del círculo”, o lo que puede ser peor, la terrible amenaza de la salvación: “Vamos en este camino / de extraño animal / en busca de su ser!” <br /><br />.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-48253360291135795682010-10-28T11:57:00.000-07:002010-10-28T12:38:50.625-07:00<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTPhSRIUGH7Nw-1Kh2BkWxlfQAk5doiPCDVArwduTcuHwxb8lgbnzOTeJG-ryzntjkmLN2e3BrfAzC3q9lrhGAztr7MAsZhw8jfb8iQ_1tDiuP3rQSxu9HV7tjvJMc8JCnKyD7WKocmQo8/s1600/Scan10282010_134828.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 226px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTPhSRIUGH7Nw-1Kh2BkWxlfQAk5doiPCDVArwduTcuHwxb8lgbnzOTeJG-ryzntjkmLN2e3BrfAzC3q9lrhGAztr7MAsZhw8jfb8iQ_1tDiuP3rQSxu9HV7tjvJMc8JCnKyD7WKocmQo8/s320/Scan10282010_134828.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5533176762306176018" /></a><br /><span style="font-weight:bold;">ESTE FRÁGIL LUGAR DE LA MEMORIA</span><br /><br /><br /><span style="font-weight:bold;">Por Hernando Guerra Tovar<br /></span><br /><br />La poesía ha elegido a Leonardo Padrón para decirle una palabra que ahora leemos en esta antología, con la alegría y el asombro de quien llega por primera vez a un lugar de revelaciones, milagros, silencios. Y no importa que la leamos una y otra vez, porque cada lectura es una visitación, un reencuentro, un renacer, como es dable a la alta palabra. El autor nos recuerda que la poesía está en cada cosa, en todo acto, pertenece a nuestro íntimo ser: estamos hechos de poesía más que de carne y hueso, somos en ella, en ella nos descubrimos, por vía de ella acudimos a la luz. Porque la grandiosidad, el egoísmo y la ostentación del hombre, han fabricado un mundo de falsas premisas, simulaciones, banalidades. Porque dioses de cemento y de metal han usurpado el lugar del sueño. Porque extraviados, escindidos, exiliados de la luz, la palabra poética acude en nuestra ayuda, llega a restituir nuestra condición de esencia, de espíritu, a restaurar nuestra más profunda realidad de ser. <br /><br />Médium o poeta, oráculo o vidente, cronista o demiurgo, Leonardo Padrón asume esta vocación de luz desde su propia orilla, que enciende en mitad de la noche, insomnio prolongado en la hora, en la honda reflexión de un tiempo que va dejando huella en el cuerpo del silencio, de tanto grito, de tanto asfalto, de tanta calle por donde transita el hombre con su congoja, su tedio o su milagro. La memoria es aquí un recurso que, aunque frágil, da cuenta de la mirada del autor desde la terraza de Caracas y del mundo, en “la calcinarte ejecución de un poema”. Prontuario de iniquidades, que puede ser el tiempo percibido desde la verticalidad de un edificio, la horizontalidad de una avenida, de un cuerpo de mujer, o de la ilusión, la terrible ilusión de la muerte, se expresa en la Orilla encendida, Balada, Tatuaje, Boulevard, El amor tóxico, libros publicados entre 1983 y 2005, en un lenguaje que va de lo conversacional y cotidiano a lo profundo metafísico, una palabra que reinventa el mundo desde lo urbano a lo erótico, en constante exploración interior, buscando siempre “jirones de luz. / Aire, algo de aire”, en un mundo cada vez más contaminado, oxidado y tóxico.<br /><br />Y mientras la vida se va oxidando por dentro y por fuera del hombre y de las cosas, al autor le corresponde, más allá de su propio dolor, –dura es casi siempre la misión del poeta- procurarle al lector fórmulas de apaciguamiento, de supervivencia, como “Poner algo de lluvia en un vaso. / Esperar dos o tres minutos que se asiente la arenilla de las nubes. / Luego ingerir, a tragos largos, siempre antes de dormir.” O “hacer de la noche un fervor, una religión, un aullido.” Es probable, sin embargo, que ninguna receta de sobrevivencia opere sin la consecuente voluntad del hombre, sin la necesaria convicción que nace de la fuerza interior, espiritual o mundana, sin ese rigor, tanto para la experiencia vital como para el hecho estético, contenido en la “Lírica”, enseñanza que raya en el arte poética, aunque aparentemente se aleje del sentido mágico o revelador propio de la poesía: “No se trata de sacudir los dedos y que entonces / aparezcan estrellas, estepas, estíos. / No es que uno se sienta y de los ojos caen / misterios, arrullos, otoños. (…) El rigor reside en rasgar la página / limar en lo blanco / excavar en ciertas zonas. De acuerdo al sitio elegido, así el poema.” La lírica, como lugar poético, acaece en lo más profundo del autor. Desde ese sentimiento se proyecta o se extiende, según ataque o bendiga, convidando al lector a tomar partido, a participar del estremecimiento de vulnerabilidad o fortaleza. En la obra del poeta Padrón, esta subjetividad de fuego, que a fin de cuentas comporta la mejor poesía en sentido estricto, está ligada a una decantada palabra amorosa, erótica, pero, así mismo, a una ambigüedad que agrada, capaz de ser huésped del sueño, del silencio, hasta el momento de la angustia existencial untada de mujer, olorosa a mujer: “Al final de la muerte / el leve gorjeo de una mujer. / Alguien / rasguñando la ventana”.<br /> <br />Cada uno de los libros que componen esta antología está impregnado de la dulce o feroz presencia femenina. La mujer ocupa en la obra del poeta Leonardo Padrón un lugar destacado. Aparece en todos los espacios y lugares, en el afuera y el adentro, en la sombra y en la luz, en el silencio, el susurro y el grito, en el sueño y la vigilia, en la presencia y en la ausencia, en el espíritu y el cuerpo, en el agua y la piedra, en la alcoba, el lecho o la intemperie, en lo rural y lo urbano, en la memoria y la desmemoria, en la certeza o en la duda, en Paris o en La Patagonia. Imágenes húmedas, fantásticas, reales, ilusorias, de amor o desamor, entre la vida y la muerte: “tu cuerpo es una luna violenta / que se me enciende en las manos / y me pregunta la vida”. (De La orilla encendida); Si prenden la luz / no me hallarán / (estoy en sus ojos, buscándome)” (De Balada); “A esa mujer le ocurren / pájaros blancos en el cuerpo”. (De Tatuaje); Una mujer que fue la víspera de mi caída”. (De Boulevard); “ninguna mujer callejeando en las palabras, / nada, / ni una sospecha de mujer, / ni una sola acrobacia que acabe en sus labios”. (De El amor tóxico).<br /> <br />El tiempo discurre por esta palabra de la mano del amor, “Has llegado tan impuntualmente a mi vida / que he decidido corregir todos los relojes / hacia tu posibilidad.”, del dolor, de la angustia, de la noche urbana, de la muerte como hallazgo o lugar o mirada; del nombrar fallido, culposo, existencial; y del momento mágico, esencialmente poético: “Cuatro, son las cuatro. El vagabundo insiste en que / son las cuatro. Una garza siempre lo visita.”<br /><br />Palabra urbana que se solaza en la vastedad. La mirada del poeta es una aguda percepción de distancias, de calles largas, de edificios, de anodinos habitantes de una ciudad que puede ser Washington o Barcelona, pero siempre Caracas, la ciudad amada y odiada por parejo. Desde la terraza la ciudad es otra, un paisaje diferente colmado de viento azul se cuela por las ventanas de los apartamentos, en donde siempre hay alguien dispuesto a nacer o a suicidarse. Por esta suerte de crónica de lo citadino transitan entrelazados peatones, albañiles, truhanes, putas, buhoneros, poetas, desahuciados, viciosos; “la difícil belleza de las esquinas”; los crepúsculos sostenidos por grúas; “Los anuncios atribulados donde se agota el tiempo”; “cañerías y demencia, limosna y tráfico.” La ciudad como motivo poético, donde el hombre es presa de la soledad, del anonimato, del aislamiento. La ciudad vista desde arriba: “La ciudad al fondo, indeleble, como pintura de labios.” La ventana ocupa un lugar importante como símbolo urbano. Es un espacio amplio, por donde entra o sale el sueño: “En una ventana cabe una ciudad entera. (…) También, sí, también cabe la lluvia.” La esquina, los inquilinos, los “postes donde se aferran como grapas los vagabundos”, las autopistas, “el matinal entusiasmo de las catedrales”, los sótanos, el tráfico, el río que se vuelve caño, las plazas, los ascensores, el metro, los semáforos, la prisa; la recurrente ciudad, que puede ser Lima, Nueva York, Florencia o Paris, y Caracas, siempre caracas: “Caracas se derrama, como un lento blues de cemento”. Por esta ciudad como música “Una figura marchita, algo gibada, que camina invariablemente sola, por las calles poco transitadas,” representa el asedio de la visitante fatal, en el inquietante texto escrito en homenaje a Salvador Garmendia.<br /><br />La poesía ha elegido a Leonardo Padrón para decirle una palabra mágica, colmada de aciertos, milagros, silencios. Una palabra que da cuenta del hombre y su entorno, la ciudad agitada en su adentro y su afuera, y que, seguramente, lo ubica en lugar privilegiado dentro de la poética latinoamericana. Llama la atención ese juego del poeta, que nos refiere, a través de una palabra elaborada, la interioridad del hombre, su oscuro recinto, su anhelo de luz. Vivimos el tiempo de la ceguera iluminada. La muerte transita por ella como una citadina más: “La oscuridad es un cuerpo precipitado”..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-70996115445828374222010-01-11T05:58:00.000-08:002010-01-11T06:09:19.969-08:00La canción de los cuervos blancos, de Andrés Matías<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSABCuO-CieuYelb1PDQdfmL6HNL_eKmNbdxGqqBHp2f9SlTuVhgoSgx6DFVWKWbGeHO7XjFSKCphfjOJTtUlVqi7OB1C2xGQ05V4ABB1nOs2LSD7xsaX8YZ207oqnvDb7PhnmXUKwTmN_/s1600-h/LA+CANCI%C3%93N+DE+LOS+CUERVOS+BLANCOS+001.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSABCuO-CieuYelb1PDQdfmL6HNL_eKmNbdxGqqBHp2f9SlTuVhgoSgx6DFVWKWbGeHO7XjFSKCphfjOJTtUlVqi7OB1C2xGQ05V4ABB1nOs2LSD7xsaX8YZ207oqnvDb7PhnmXUKwTmN_/s320/LA+CANCI%C3%93N+DE+LOS+CUERVOS+BLANCOS+001.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5425483237630154322" /></a><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br /><br />Andrés Matías (Armenia, Colombia, 1978) es un poeta que se solaza en los predios de la palabra oscura de un malditismo a ultranza. Iconoclasta e irreverente, convoca en su decir poético las fuerzas del mal desde la más profunda interioridad, a manera de proyección, catarsis o conjuro, a partir del simbolismo de Poe, Baudelaire, Rimbaud, Verlaine; en la demencia y precocidad de Lautréaumont; o en la vanguardia de un Vallejo enfermo de la patología lluviosa de Dios.<br /><br />En un momento de la modernidad en que los poetas enmascaran el sentimiento, Matías irrumpe expresando su sentir sin concesiones ni recatos, al contario, dejando ver su desagrado, su disgusto existencial de manera tajante, gozando en su provocación de vuelo y caída, como lo anuncia el narrador colombiano Roberto Burgos Cantor: “Es probable que Andrés Matías, contestatario de convicción, publique ahora sus poemas como quien arroja pequeñas esferas de cristal en el escenario. Las arroja no con la intención traviesa de hacer caer a quienes las pisan. Las arroja con la esperanza rabiosa de que quien no quiera estrellarse contra el suelo mueva los brazos y aprenda a volar”<br /><br />La canción de los cuervos blancos (Editorial Cubik, Buenos Aires Argentina, 2008), contiene treinta y siete textos de factura encomiable, en donde lo culto se enlaza con el más profundo sentimiento de desnudez y desamparo, de delirio y revelación, de apostasía y silencio. Andrés Matías es, en este sentido, un rebelde con causa, un anarquista que recorre Colombia y Suramérica con su figura esbelta y su mirada crítica, percibiendo de manera atenta y disgustada las banalidades y bajezas del medio que le correspondió en desgracia, en una región del mundo que se debate entre la ignorancia, la barbarie y la más abyecta corrupción. La metáfora del cuervo blanco es así una bella ironía posmoderna, neodecadentista y neorromántica, en un espíritu independiente, que no deja de estremecerse, no obstante, ante el sentimiento amoroso: “Tu ojo sobre el mío es una flor.” O, “El beso sin amor sabe a boca.”<br /><br />Un delirante juego cromático, una sinestesia recurrente, un sentimiento de orfandad y miseria, un percibir etéreo, evanescente, un discurrir de música que se pudre entre el vaho y el moho de la muerte, un grito en el medio de la noche del cuervo blanco como “ataúd de fuego”, un milagro oscuro entre la luz, un cadáver de flor y miel y mucho más, es la palabra de este poeta visionario del abismo, de la pérdida, del holocausto del principio antes del fin, del pecado vegetal del conocimiento, de la sinrazón del ser, de la ebria lucidez de la caída. <br /><br />Pero este hacer iconoclasta no aparta al poeta de la responsabilidad de un lenguaje depurado, como tampoco le impide la elaboración de una palabra compleja, que aborda el misterio propio de la poesía, sin el cual caería en el panfleto o en el simple discurso político o moral, nada más ajeno al propósito del autor, quien se adentra en los territorios de la lírica intimista y sugestiva, de dolorosa tiniebla: “Nunca tuve infancia, nací enfermo; ni un cielo raso para tutelar mis redes, ni un dátil de mieles gratas, ni un vaso de agua sin barro de Galilea, no tengo nada, sólo esta palabra que ahúma en los arenques de las costas del pacífico y que juega con los niños y los perros y que como ellos sabe perseguir la lluvia;” (…)<br /><br />La sinestesia como recurso simbólico es en Matías la herramienta a través de la cual logra expresar su vuelo cromático, su transgresión y transmutación del sentido lingüístico, la polifonía necesaria de esta palabra que se adentra en las simas del ser y del decir, en ese lugar del verbo que linda con el silencio: ¿”De qué color es el sonido de la lluvia en el bosque de los cuervos blancos? Esta imagen contiene un uni-verso de matices, fracturas y dislocaciones que deleitan y sumergen al lector en variadas y ricas ondulaciones meditativas. La lluvia como elemento de misterio. Acaso podamos explicar, de manera razonable, científica, el fenómeno de la lluvia, pero aquí, y en ello consiste precisamente el milagro de la poesía, el autor funda un nuevo territorio de aprehensiones, de sutilezas y variables, de ensimismadas formulaciones. El color, el sonido, la lluvia, el bosque, el cuervo, lo blanco. El cuervo, que por naturaleza es negro, en la poética de Matías es blanco y habita en un bosque donde la lluvia debe tener un color singular. ¿Cuál es ese color? Trakl, desde su expresionismo, nos dijo, de manera tajante, que “Oscuro es el canto de la lluvia.” Pero, a diferencia del poeta de “Revelación y caída”, la lluvia de Matías está circuida al territorio del cuervo blanco, lo que presupone un color ideal. Esta meditación poética conlleva una nueva imagen de la luz, donde tánatos aparece como protagonista: “Una luz de muerte es la lluvia en el bosque de los cuervos blancos,” (…)<br /><br />La misión del poeta es nombrar, fundar el verbo en la nada del vacío, en la brecha que existe entre una imagen y la otra. Ahí, en ese espacio cubierto de maleza, crece una flor que el poeta cuida y riega cada noche. Es la flor del silencio que viene de la piedra, que se nutre de la piedra donde habita el olvido. En la obra de Matías hay muchas flores como blanco, como ausencia, como herida en la pupila del amanecer. La función del poeta es nombrar esa flor para que nazca la palabra y se haga la luz. El propósito del poeta es reinventar el mundo, hacerlo tangible, mirable, aprehensible, sonoro, y ello sólo se logra a través del silencio: “Si un día te levantas con la pupila herida / deja que en su luz muera tu última flor. / Al comienzo leerás: todo es obscuro / como esas tardes que usan los domingos. / Luego oirás crecer dentro de ti / el silencio.<br /><br />La flor, la pupila, el olvido, la mirada, lo oscuro, la luna, el agua: itinerarios del sueño del poeta antes que el cuervo “perdiera la guerra contra el sol.” Caminos recorridos desde la inocencia de toda la blancura. Génesis del poeta antes de la tiniebla, cuando era un cuervo, sólo un cuervo más en los azules jardines del deseo. El blanco y el silencio son en este poemario uno y lo mismo. El poeta, cuervo redimido de la noche, recorre Suramérica, acaso buscando el pliegue de sus alas negras, tal vez evocando “las blancas colinas del silencio.” El cuervo exiliado de la luz entre lo blanco, “hasta el rojo y negro del pecado de Adán.” Diáspora eterna de todas las culturas del hombre, aun lo blanco, no obstante su inocencia. Porque la culpa habita en su pupila desde la misma madrugada de la partida al “crepúsculo incendiado en la soledad de Itaca.” Ahora el poeta, cuervo desplazado del bosque de la lluvia de plata, es un intruso, un advenedizo en su propio jardín. ¿Quién arrancó su flor, quién su milagro? <br /><br />Andrés Matías es, al lado de Hellman Pardo, uno de los más altos nombres en la reciente poesía colombiana, y al decir de su editora Marion Barcia Zubillaga, una de las voces más importantes de la nueva poesía hispanoamericana. Celebro este libro esencial que restaura la trinidad de la alta palabra: El silencio. El blanco. La luz..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-86713659838947655582009-11-01T10:10:00.000-08:002009-11-02T14:38:33.328-08:00<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimN4q8TA4zpl8QwWK3vNL3-c1qdk4KUxo67GAmHFtPvLuRD88UPCb_C4SCdpqdBBwQPGm9VEEh3LN8jWF5g4jQGkYanQewr33a3VWg4so8y-hbMqKZawA7_UiBLkTy_ili9TAuDcTpIs1A/s1600-h/LA+TENTACI%C3%93N+INCONCLUSA.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 237px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimN4q8TA4zpl8QwWK3vNL3-c1qdk4KUxo67GAmHFtPvLuRD88UPCb_C4SCdpqdBBwQPGm9VEEh3LN8jWF5g4jQGkYanQewr33a3VWg4so8y-hbMqKZawA7_UiBLkTy_ili9TAuDcTpIs1A/s320/LA+TENTACI%C3%93N+INCONCLUSA.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5399200267975376754" /></a><br /><strong>LA TENTACIÓN INCONCLUSA DE HELLMAN PARDO</strong> <strong><br /><br />Por: Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br /><br />Un sentimiento místico habita este libro de Hellman Pardo (Bogotá, Colombia, 1978). Oscura religiosidad que deslumbra y convoca la esencia espiritual del hombre, la certeza de la ilusión más perversa, “El no tiempo”. Lúcido clamor de quien elige el mundo en la disyuntiva de una eternidad que abruma: “No hay ramas no hay ramas de donde sostenerse / No tiempo.” Grito de quien prefiere asirse de la tierra, en el desesperado intento de evitar la caída en la trascendencia.<br /><br />Como toda tentación deriva de la primera, corresponde preguntarse: ¿se consumó o no el pensamiento de separación, “la tentación de Eva” y con ésta el pecado y la gran culpa? El destello que formula Hellman Pardo en La tentación inconclusa (Colección los conjurados, Editorial Común presencia, 2008) es tal, que su dilucidación Heiddegeriana comporta el desmonte o consolidación de esas dos imágenes, conceptos significativos (dogmas) en la historia de la humanidad cristiana. Aquí el lector debe ir atento –toda poesía crítica reclama ésta actitud - , con sumo cuidado, con pies de plomo, con ojos de águila o de gato, porque de la lectura que haga depende la respuesta, y de ésta su paz o su desdicha, su muerte o su resurrección: “No falta el que se muere de ansias / el que se muerde la lengua / en tentación inconclusa”. <br /> <br />“Y puesto que la interpretación no es sino la posibilidad del error, al pretender que cierto grado de ceguera forma parte de la especificidad de toda literatura, reafirmamos también que la interpretación forma parte del texto, y éste de la interpretación” : congruencia o incongruencia entre el decir poético del autor y la percepción del lector, exigida por Hellman Pardo, al presentarnos un libro que, además de su alta factura lírica, incurre en una lúcida visión crítica del hombre y su entorno, y que lo ubica, al lado de Andrés Matías (Armenia, 1978), entre las más significativas voces de la reciente poesía colombiana. <br /><br />La secuencia del libro, tanto en la forma, el contenido y la estructura conceptual, edifica un universo que se vale de la humanización de las cosas y del hombre, para sostener su iluminado propósito. Encontramos entonces un epígrafe, que reza:”La tentación de no ser lo que somos, / humanos inhumanos en el abismo del mundo”. Se abren así las puertas de sus apartados: “La humanidad de las cosas”, “La humanidad de ellas”, “Mi propia humanidad”, “Humanos inhumanos”, y, “El hombre”, que al decir de Amparo Inés Osorio, su prologuista, es la cúspide poética de este bello libro, ilustrado por el artista plástico Juan Diego Guzmán Tafur (Neiva, Colombia, 1974). <br /><br />Mientras la ventana “conjetura un paisaje afuera”, nosotros miramos la ilusión, proyectamos nuestra tiniebla interior. Igual sucede ante el espejo: “Ante ti soy aquel que nunca he sido, / el hombre ciego que hace poco contempló la tierra / y que al partir se deshizo entre sus pieles”. El poeta advierte, en “La humanidad de las cosas”, la diferencia que existe entre la mirada limpia de éstas y la nuestra, contaminada de pensamientos falsos de separación. El tiempo no sólo transcurre “a lento tic-tac”, censura el mundo, y le hace decir al poeta en “La calle”: “- No te afanes, estoy de paso”. El tiempo con sus múltiples rostros: “El otoño”, “El invierno”, “la evocación”, “la muerte” Todo aquí está ligado a su poder irreductible, al sentirse pasajero de un sueño llamado vida, con sus paisajes, evocaciones, instantes, llantos, ciudades y objetos. En “La humanidad de ellas”, la terrible ilusión del tiempo y el espacio enfrenta al poeta y lo pone al borde del abismo: “Lejos, al borde de la furia / donde cabe un precipicio entero, / sin distancia”. (Múnich).<br /><br />Tal vez el apartado más profundo, el de más hondo sentir sea “Mi propia humanidad”. Aquí el autor se enfrenta a su propio ser, a su dolor de luz, a la duda de su propia humanidad. La introspección constituye un inventario desde la sombra, una “Meditación nocturna” una “luz solar”, un “Oleaje”: “Para qué callar entonces / tanto amor a la deriva, / tanto río”; un “Partir al sur”, un “Camino interior” sin hombre bajo el viento del alba, desolado en el mar de la nada, frenético cuando la mano tiembla en eterna “Búsqueda”: “Vosotros, los que en una gruta te recostáis / de cansancio / Y templáis las piernas como anhelando sueño / Y llegado el viento / Os recogéis como niños en el abdomen, / ¿Sabéis hasta cuando dejará de doler? <br /><br />En “Humanos inhumanos” el poeta nos refiere un “Mundo consumado” en el ser profundo del hombre: “Amar el mundo que llega con sus olas / y nos encalla al relámpago de la vida”. Es la aceptación hecha palabra. La declaración del vértigo. La conciencia de un hecho irremediable:”Temblar de frío cuando la lluvia desluce / este cuerpo que cargamos con nosotros / sin poder cambiar de forma, como el humo…” Algo inmutable habita en el ser que difiere del cuerpo. Encontramos en este bello poema una inquietud metafísica, que se desdobla o se enmascara, en ambigüedad lenta, ensimismada, en una suerte de paradoja poética, que se hace cara al lector, en sus ondulaciones de certeza y duda: “Amanecer a orillas de un río tranquilo / bajo la luz desnuda del poniente y desnudos / como cuando éramos simples animales / mirando sin deseo a la propia especie / y aún creyendo en el paraíso”: y el tiempo, el tiempo inexorable , el “desquiciado paso de los años”, principal invitado de este poemario, con su huella intacta, con su hambre de sueño, con la sombra que trasluce, con el juicio “De tanta infancia soportada”, que hace exclamar al poeta: “Ahora somos losas sucias y sepelios y lágrimas”.<br /><br />En el último apartado, “El hombre”, el lenguaje adquiere una dimensión cifrada, acaso necesaria para la presentación de un decir poético que enmarca la verdad tantos siglos oculta, y que ahora se revela como luciérnaga en la tiniebla de un mundo silvestre repleto de silencio. Cambian el tono y la forma, la disposición de los versos se hace horizontal, intercalada, pero el tema no sólo se conserva sino que se hace recurrente, sobre todo en lo que concierne al tiempo o al “No tiempo”. La nada irrumpe aquí con su vacío, con su hueco colmado, en donde la palabra es una mosca en la ausencia, en la pregunta: “A dónde irá la palabra como la mosca / a colgarse”. Imágenes surrealistas tiñen de luto esta palabra, que a veces plantea una lúdica, un mecerse, un vaivén de forma y contenido, el hombre sin la esencia, el sin nada, latencia de la muerte: “Te lo pido sin súplicas y sin cuerpo en la sangre: no tiempo, no te mueras”..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-10680648153000590992009-07-02T17:54:00.000-07:002009-11-01T18:52:01.739-08:00Emprender la noche, de José Zuleta<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJ1HVLYd1ETwYXuvVcl1bVCUS0cz-tAfOfrMDSZBh0QPnJQgNO27lGjI8ktV1R8DixrkXPQ2iVmYF7JdqfwcSsHv12SsjlZ7vxh6C5hjpmFetVq-qvCOGpjr3Epck7imdfwV0bdfobdW3m/s1600-h/EMPRENDER+LA+NOCHE.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 209px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJ1HVLYd1ETwYXuvVcl1bVCUS0cz-tAfOfrMDSZBh0QPnJQgNO27lGjI8ktV1R8DixrkXPQ2iVmYF7JdqfwcSsHv12SsjlZ7vxh6C5hjpmFetVq-qvCOGpjr3Epck7imdfwV0bdfobdW3m/s320/EMPRENDER+LA+NOCHE.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5354032030875949618" /></a><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br />José Zuleta Ortiz (Bogotá, 1960), nos muestra en su poética mundos diferentes, que sin embargo han estado ahí, al alcance de nuestros sentidos, de nuestra mirada, acaso empañada por otras urgencias, otros apetitos. Lejanos territorios de la cotidianidad más inmediata. Objetos cercanos, teñidos de una voluptuosidad desconocida, colmados de belleza nueva; distinto rostro del entorno familiar, paisaje inadvertido hecho presencia. <br /><br />Asistimos en esta poesía a un itinerario por el envés de las cosas, el otro lado de los usos y costumbres, el redescubrimiento de regiones externas e internas del hombre, en su discurrir por la tierra que le es propia o ajena, según nuestra percepción, de acuerdo al lado y al lente desde el que lo abordemos. El verbo, limpio de los sedimentos de siglos de uso, desuso y maltrato, muestra ahora su identidad primigenia, intacta. La Antología Emprender la noche (Colección Los Conjurados, Común Presencia, 2008) es así, poéticamente, un llamado del autor para que busquemos en el sueño la vigilia de nuestros actos, del entorno, los motivos que habitan más allá de la apariencia, la verdad oculta, el fin y el propósito que impulsa todo acto, todo hecho, toda circunstancia. <br /><br />Desde siempre el poeta se ha caracterizado por su condición de vidente, por el desarrollo de su capacidad de intuición, de la percepción atenta o verdadera, que linda en la sabiduría, en el conocimiento. Ortiz Zuleta asume en su palabra dicho propósito, en un lenguaje sencillo, alejado de cualquier posibilidad de estridencia o de retorica. A contario sensu, lo hace de una manera natural, como bien lo anuncia el también poeta y escritor Elkin Restrepo: “Por un don inestimable, a José Zuleta se le ha permitido hacer propia la magia natural de las cosas, sin artificios, ni retóricas intelectuales, que es lo que suele suceder entre nosotros” (…) Nos entrega así, “sus poemas claros, sensuales, espléndidos, aferrados a pequeños rituales y percepciones repentinas...” Miraremos, pues, con el lector, libro por libro, el contenido de esta obra, de un autor que se destaca como una de las voces originales, auténticas, de la poesía de su generación en Colombia:<br /><br />“Las alas del súbdito” (Primer Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos, Riosucio Caldas, 2002), constituye un recorrido por la sencillez, por la elementalidad de la vida. La paradoja de lo cotidiano enaltece el milagro del ser, en lo rural, en lo urbano. En el silencio. En el barullo. Las discretas costumbres de una región de belleza y riqueza invaluables, ignoradas por un Estado ciego y sordo, se vindican en este libro, que nos recuerda en un viaje por río a través de la selva, las contingencias del árbol que en su mágica presencia, cobra aquí sentido estético más allá de la posibilidad ética: “…se respira el agua…la balsa avanza. / Chaquiro, Sajo, Amarillo, Cedro, Tangare, / Comino, Flor Morado y Chanúl. / Tantos años erguidos; como casa de pájaros, / camino de ardillas, trapecio de micos, / sombras de orquídeas, / filtros de luz…” (Bocas de Satinga). <br />Y el contraste urbano lo aporta el anodino personaje “pregonero de abalorios, de ilusiones”, que después de una faena extenuante por la ciudad, como “súbdito de riquezas anónimas / (que) vende para pagar facturas ajenas. (…), llega por fin a su colina amada y “feliz: sabe que en algún lugar / de la estancia están esperándole las alas… / ahora podrá volar lejos del reino, lejos del vocerío, / y verá / desde lo alto el mundo, y hasta podrá quererlo. (Las alas del súbdito). Paisaje rural y urbano de un uni-verso que se redescubre en su contraste de oscura desidia, ante la aceptación de una alienación sin límite, en la dura modernidad que nos constriñe.<br /><br />En “La línea de menta” (Colección Escala de Jacob, Universidad del Valle, 2005), la lúdica de los sentidos hace del fruto un festejo:”Avanzo por la tierra y sus fragancias, / siento las caderas dulces de los mangos, / los cascos cosidos con hilos blancos / en el costurero del mandarino. (…) El erotismo sutil de la palabra deriva en el entretanto del ocio que brinda la siesta, “el menú” del cuerpo hecho manjar del deseo: “Después de la prisa / de las prendas cayendo, / mariposas urgentes vuelan tu pecho”. Todo aquí convida al descanso, al solaz, a la contemplación de un mundo detenido en la pereza. Salvo el texto que nomina al poemario, la agenda del poeta y del poema es insustancial: “Viviría soñando…/ vagaría en duermevela / por libros claros, / por películas, / por cuadros rojos y amarillos, / por recetas perfumadas de hierbas. Sin embargo, entre esta despreocupación cercana al hedonismo, hay un lugar para recordar la tragedia del Raúl Gómez Jattin, su viaje intempestivo al encuentro con su progenitora. Y hay lugar, asimismo, a la trascendencia, a la mirada hecha visión, cuando Zuleta Ortiz observa el río del tiempo entre la lluvia, como en un prisma, en su recorrido por la exaltación de la fruta, para llegar a esta imagen bella y exultante: “sigo / ahora llueve / miro al fondo la montaña oscura / veo un río, / es una línea de menta que desciende.”<br /><br />Tal vez la festiva despreocupación del libro que antecede haya sido necesaria en la arquitectura de la poética, de la secuencia lógica o arbitraria de la antología, hasta llegar a “Música para desplazados” (Premio Nacional de Poesía, Casa de Poesía Silva, 2003) en donde la convocatoria hecha bajo la irónica consigna “descanse en paz la guerra”, confronta la dolorosa “realidad” de una nación que se debate entre la insensatez de la violencia y la belleza inocua del poema. La dura pregunta de Höelderlin tiene respuesta en este poemario, cuando José Zuleta Ortiz consigna el hecho simple de un activismo cívico, fundado en la palabra, alejado del ataque, como corresponde al ser inteligente que no ignora las verdaderas “razones” del flagelo, del maridaje de una aristocracia rancia y corrupta, postrada, genuflexa ante poderes del “otro lado” del mar y del sueño. Entonces todo fluye y confluye. El río no sólo lleva muertos, lleva también la vida con destino al hombre citadino. No sólo lleva el cadáver del árbol milenario, transporta así mismo el alimento, es decir la paz, porque la paz, amigo lector, comienza en el estomago. <br /><br />“En el andén de la Galería Alameda”, el poeta describe la atroz intermediación en el comercio de los frutos, el destino final de “tantas semanas de paciente labranza, (…). Este poema, bello en su singular desgarramiento, canta una “realidad” que se nutre de la indiferencia de quienes fungen un poder oscuro, de intereses mezquinos, podridos como aquellos frutos que no resisten los embates del clima, y la displicencia del sistema: “Derrotados en la guerra del andén, / sin los encargos de los hijos, / ni el corte de género para ella, / ni la funda nueva del machete, / suben al techo del bus de escalera, / para volver al monte azul donde / la vida es una guerra perdida.” <br /><br />El campo, representado en los objetos de labranza, exhibidos en su belleza intacta, “En el almacén agrícola”, en “La siesta azul de las herramientas”. Los olores, la fragancia de un pueblo honesto, trabajador. Y “El expreso del sol”: evocación poética, con el sutil llamado, con la propuesta implícita: “Un tren haría todo más fácil.” Quienes tuvimos la fortuna de viajar en este legendario “expreso”, entre La Dorada y Santa Marta, sabemos de un país bello, que no sólo se viste del paisaje de la guerra: “También están los ríos y los puentes, / los peñascos, los túneles, / el mar, la carga y el muelle ferroviario / estás tú allá y yo aquí, / sólo falta el tren para rodar por la escalera dormida, para mirar por la ventanilla la fuga de los árboles (…). Los mismos árboles del bello poema, donde confluyen todos los milagros: la lluvia, el pájaro, el nido, “el peregrino en su sombra”, “el agua en la savia certeza de su sangre”. El árbol de la intemperie, de la noche, del frío, del rayo, de la tormenta. El árbol en el que “el fruto se tiñe de colores maduros”. Ah, los Árboles: en el silencio de su serena majestad habita un canto”. <br /><br />“Mirar otro mar”, (Hombre nuevo Editores, 2006), es la celebración del goce por la vida. “Rueda sin rumbo la noche…” La alegría como motivo poético. Un delicioso erotismo recorre estos poemas. La mujer y la gastronomía se mezclan en una receta, en donde la comida de mar, las frutas y los aderezos, extienden por la página olores, sabores, exquisiteces; alcoholes en infinitas rondas de roces, risas, alas. Los nombres de los poemas hablan por sí solos: “Hambre”, “Otra ronda”, “La mujer de enfrente”, “Lo de la vecina”, “Cantar dentro de ti”, “Una cerveza en la Habana”, “Seducción”, “3 A.M.” “5.30 A.M.” “Como los ángeles”, “Placer glaciar”, “Motel Santa Bárbara”, “Tinta Roja”, “Intensidad”, “A la intemperie” “Insectos”“Visita conyugal”, “Apetitos varios”. <br /><br />Sí, los títulos de los textos hablan por ellos mismos. Mas, he ahí uno de los encantos de este libro. El poeta sabe de la predisposición del lector. Algo así como una intuición psicológica. Lo cierto es que al abrir el poema, al asumirlo, nos damos cuenta del subterfugio estilístico: en “Hambre” hay un pre-texto culinario, una rica preparación de pescado con los ingredientes de la mejor cocina, que activan las papilas del gusto, para concluir con el siguiente verso, no exento de humor y coquetería: “sólo tú me apeteces”. En “Lo de la vecina” el asunto se resuelve en que hay un árbol que todas las noches, generosamente, deja caer sus frutos de piel roja y carne amarilla, sobre el prado de la vecina. Sólo basta “inclinarse y tomar en la mano la paz de la fruta”. “Cantar dentro de ti”, es otro ejemplo de cómo el autor se apropia del alcance semántico de la fruta, su magia, su deleite, para trasladarlo a la escena erótica: “Lo mejor de ti son tus silencios: / espera de mango, / distancia de naranja, (…) “Ver tus manjares intactos”, / tu hambre, (…) El poema “3 A.M.”, es un juego en el que el poeta compara un electrodoméstico con el ser deseado: “cruzo el umbral… / entreveo su blanca presencia, deseo entrar en ella, / sentir sus aromas, guío palpando mi mano hasta el secreto, (…) Al final de este insomnio sugerente, el poeta, ya de nuevo en la cama, se pregunta si habrá dejado la puerta abierta.<br /><br />Hay una segunda parte de “Mirar otro mar”, en la que el poeta vuelve la mirada hacia la región del pacífico. Poemas como “Tumaco”,” “Mulatos”, “Boceto con pelícanos”, “En el alto Atrato” “Ensenada de Utría”, “Bajo San Juan”, “Bahía Solano”, “Isaura vuelve a casa”, acaso sustentan el título del poemario en tanto constituyen un intento del poeta por rescatar esta rica región, saqueada a la par que ignorada por siglos: “Abarcos, Natos, Zapanes, / Caobos y Chaquiros / abatidos. (…) (Bajo San Juan); “En el caney y el bulevar / marineros rojos bailan con negras de colores” (Isaura vuelve a casa).Es una denuncia de la sobreexplotación de los recursos y de la indiferencia de un Estado centralista, indolente, corrupto. Es asimismo la exaltación de una raza que vive en la alegría de sus raíces, de sus rituales, de la danza traída de África, y de la poesía que crece silvestre en su bella y vasta geografía: “Leve como la fragancia del agua. / Nueva, como el aire en la sangre. / El hombre de los instantes, supo: / la belleza es fuego que llama, / es la hoja que vibra en el bosque”. (Epitalamio). <br /><br />El último libro de esta Antología, que contiene la obra poética hasta ahora publicada por José Zuleta Ortiz, “Las manos de la noche”, segundo premio en el concurso internacional de Poesía de la Universidad San Buenaventura en 2007, contiene ocho textos, como anticipo de la publicación del libro por parte de la Universidad Nacional de Bogotá, en la Colección Viernes de Poesía que impulsa el profesor Fabio Jurado Valencia, cuya presentación se hizo el pasado 19 de marzo de este año, en el marco del día Mundial de la Poesía que convocan y organizan cada año Común Presencia Editores y el periódico virtual Con-fabulación, poemas que mantienen la unidad temática y de tono del contexto de la obra del autor aquí reseñada: “Hace años / las ardillas viajaban / de la costa atlántica / a la costa pacífica, / de rama en rama / sin bajar al suelo. / Era cuando los árboles estaban tomados de las manos / jugando a la ronda de los bosques. (Tomados de la mano)<br />“Emprender la noche”, un acierto estético. José Zuleta Ortiz, “cazador de instantes”, una voz diferente que refresca la poética colombiana, a la vez que indaga y señala otras regiones de la geografía y del pensamiento; derroteros preferibles, más humanos, para la tierra, el hombre y su palabra. Otra mirada, otro mar, otras posibilidades en un país en donde la ceguera y el autismo de la dirigencia, constituyen el “Padre nuestro” de cada día..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-7550687542495996272009-04-13T17:46:00.000-07:002009-04-13T17:52:41.366-07:00<strong>Las 101 mejores películas de la historia <br /><br />Gran encuesta de Con-Fabulación entre 2.120 artistas, intelectuales <br /><br />y cinéfilos del mundo </strong><br /> <br /><br />1. Tiempos Modernos (Charles Chaplin): 317 votos <br /><br />2. Ciudadano Kane (Orson Welles): 298 <br /><br />3. Ladrón de bicicletas (Vitorio De Sica): 255 <br /><br />4. Ocho y medio (Federico Fellini): 227 <br /><br />5. Novecento (Bernardo Bertolucci): 208 <br /><br />6. El acorazado Potemkin (Serguei Eisenstein): 206 <br /><br />7. La naranja mecánica (Stanley Kubrick): 199 <br /><br />8. Séptimo sello (Ingmar Bergman): 195 <br /><br />9. Quimera del oro (Charles Chaplin): 189 <br /><br />10. 2001, Odisea del espacio (Stanley Kubrick): 184 <br /><br />11. Blade runner (Ridley Scott): 181 <br /><br />12. Rashomon (Akira Kurosawa): 172 <br /><br />13. Los 400 golpes (François Truffaut): 164 <br /><br />14. El Fantasma de la libertad (Luis Buñuel): 157 <br /><br />15. El Padrino (Francis Ford Coppola): 152 <br /><br />16. Casablanca (Michael Curtiz): 151 <br /><br />17. El pasajero (Michelangelo Antonioni): 146 <br /><br />18. La Strada (Federico Fellini): 141 <br /><br />19. El último tango en París (Bernardo Bertolucci): 138 <br /><br />20. Fresas salvajes (Ingmar Bergman): 136 <br /><br />21. Psicosis (Alfred Hitchcock): 131 <br /><br />22. Solaris (Andrei Tarkovski): 122 <br /><br />23. Érase una vez en América (Sergio Leone): 119 <br /><br />24. Gritos y susurros (Ingmar Bergman): 118 <br /><br />25. Los pájaros (Alfred Hitchcock): 114 <br /><br />26. Blow up (Michelangelo Antonioni): 113 <br /><br />27. Metrópolis (Fritz Lang): 110 <br /><br />28. El inquilino (Roman Polanski): 109 <br /><br />29. Aguirre la ira de dios (Werner Herzog): 108 <br /><br />30. Teorema (Pier Paolo Pasolini): 108 <br /><br />31. Sin aliento (Jean Luc Godard): 107 <br /><br />32. Los infantes del paraíso (Marcel Carné): 106 <br /><br />33. Portero de noche (Liliana Cavani): 105 <br /><br />34. Trilogía de los colores (Krzysztof Kieslowski): 105 <br /><br />35. Midnight Cowboy (John Schelsinger): 104 <br /><br />36. El discreto encanto de la burguesía (Luis Buñuel): 103 <br /><br />37. Trilogía de Apu (Satyajit Ray): 102 <br /><br />38. Ordet: La palabra (Carl Dreyer): 102 <br /><br />39. Gatopardo (Luchino Visconti): 101 <br /><br />40. Nosferatu (F.W. Murnau): 101 <br /><br />41. La pared (Alan Parker): 101 <br /><br />42. Amarcord (Federico Fellini): 100 <br /><br />43. Luces de la ciudad (Charles Chaplin): 99 <br /><br />44. El imperio de los sentidos (Nagisa Oshima): 98 <br /><br />45. El ángel exterminador (Luis Buñuel): 98 <br /><br />46. La luna (Bernardo Bertolucci): 97 <br /><br />47. La gran ilusión (Renoir): 96 <br /><br />48. Los duelistas (Ridley Scott): 95 <br /><br />49. Machuca (Andrés Wood): 94 <br /><br />50. Betty Blue (Jean Jacques Beineix): 94 <br /><br />51. Roma, ciudad abierta (Roberto Rosellini): 93 <br /><br />52. El baile (Ettore Scola): 93 <br /><br />53. La vida es bella (Roberto Benigni): 92 <br /><br />54. Fitzcarraldo (Werner Herzog): 90 <br /><br />55. Cantando bajo la lluvia (Donen y Kelly): 90 <br /><br />56. Pulp Fiction (Quentin Tarantino): 89 <br /><br />57. Lo que el viento se llevó (Víctor Fleming): 88 <br /><br />58. Manhattan (Woody Allen): 87 <br /><br />59. Crash (David Cronenberg): 86 <br /><br />60. Apocalypse now (Francis Ford Coppola): 85 <br /><br />61. Sunset Boulevard (Billy Wilder): 84 <br /><br />62. Intolerancia (David Griffith): 83 <br /><br />63. Mago de Oz (Víctor Fleming): 82 <br /><br />64. If (Lindsay Anderson): 81 <br /><br />65. Ser o no ser (Ernst Lubitsch): 80 <br /><br />66. Siete bellezas (Lina Wertmüller): 79 <br /><br />67. Los rapaces (Erich Von Stroheim): 78 <br /><br />68. Brazil (Terry Gilliam): 78 <br /><br />69. La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda): 78 <br /><br />70. Sur (Fernando Solanas): 77 <br /><br />71. Hombre muerto (Jim Jarmush): 76 <br /><br />72. El año pasado en Marienbad (Alain Resnais): 75 <br /><br />73. El Decamerón (Pier Paolo Pasolini): 74 <br /><br />74. La diligencia (John Ford): 74 <br /><br />75. El ansia (Tony Scott): 73 <br /><br />76. Con faldas y a lo loco (Wilder) 72 <br /><br />77. El gabinete del doctor Caligari (Robert Wiene): 71 <br /><br />78. Trenes rigurosamente vigilados (Jiri Menzel): 71 <br /><br />79. El sirviente (Joseph Losey): 70 <br /><br />80. Kagemusha (Akira Kurosawa): 69 <br /><br />81. El matrimonio de María Braun (Rainer W. Fasbinder): 68 <br /><br />82. La mirada de Ulises (Theo Angelopoulos): 68 <br /><br />83. El navegante (Buster Keaton): 67 <br /><br />84. Heavy metal (Gerald Potterton): 66 <br /><br />85. La lista de Schindler (Steven Spielberg): 65 <br /><br />86. Cuentos de Tokio (Yasujiro Ozu): 65 <br /><br />87. Pixote (Héctor Babenco): 65 <br /><br />88. Rompiendo las olas (Lars Von Trier): 64 <br /><br />89. El ángel azul (Josef Von Strenberg): 63 <br /><br />90. Ana y los lobos (Carlos Saura): 62 <br /><br />91. Salón Kitty (Tinto Brass): 61 <br /><br />92. El graduado (Mike Nichols): 61 <br /><br />93. La fiesta inolvidable (Blake Edwards): 60 <br /><br />94. El tambor de hojalata (Volker Schlöndorff): 59 <br /><br />95. Gato Fritz (Ralph Bashki): 59 <br /><br />96. Perros de paja (Sam Peckinpah): 58 <br /><br />97. El show debe seguir (Bob Fosse): 57 <br /><br />98. Tan lejos, tan cerca (Wim Wenders): 56 <br /><br />99. Nido de ratas (Elia Kazan): 55 <br /><br />100. Lugar sin límites (Arturo Ripstein): 54 <br /><br />101. Cuentos de la luna pálida (Kenji Mizoguchi): 54 <br /><br /> <br /> <br /><br /><br />--------------------------------------------------------------------------------<br /><br />¡Obtén la mejor experiencia en la web!<br />Descarga gratis el nuevo Internet Explorer 8.br> http://downloads.yahoo.com/ieak8/?l=e1.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-70232325291990037532009-04-03T06:04:00.000-07:002009-11-02T14:47:18.556-08:00Consumaciones, de Julio César Arciniegas Moscoso<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0d4LC-oAS_KpEVc6PYbgLqyuKWkcjRFAeg7zFA8S_ajLGbvuvOHMMptJE_MALIs0gCFmNOWPiLLNWyu5pDE4jPNtbkNW2sWfb9KDr9FMswNCUPTq81R0uxqQnF076d8Rer_ubX2scE34f/s1600-h/CONSUMACIONES.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 214px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh0d4LC-oAS_KpEVc6PYbgLqyuKWkcjRFAeg7zFA8S_ajLGbvuvOHMMptJE_MALIs0gCFmNOWPiLLNWyu5pDE4jPNtbkNW2sWfb9KDr9FMswNCUPTq81R0uxqQnF076d8Rer_ubX2scE34f/s320/CONSUMACIONES.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5320452134148555858" /></a><br /><br /><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br />Acceder a la poética de Julio César Arciniegas Moscoso (Rovira, Tolima, 1951), no es tarea fácil. Desde “Números hay sobre los templos” (2003) y “Abreviatura del Árbol” (Premio Nacional Casa de Poesía Porfirio Barba Jacob, 2007), el autor ha logrado entretejer un lenguaje del tal virtud, que hace de su obra una de las más interesantes de los últimos años en Colombia, en tanto la calidad de sus imágenes, la hondura, la reflexión, y esa clave, ese misterio, el intrincado manejo de los recursos estilísticos, en donde se denota un paciente trabajo de decantación, de búsqueda interior, que “obliga” al lector a una mirada atenta, con el consiguiente goce y plenitud espiritual, elementos que vindican el quehacer literario en un momento en que tantos “poetas” se pierden en el facilismo, la epidermis o la vana ostentación erudita, para no hablar de quienes confunden el ejercicio poético con el lugar de la bufonesca. <br /><br />El lector honesto y comprometido, siente un renovado placer en allanar el complicado tejido de esta palabra cercana al surrealismo, caer en su precipicio de certezas, vislumbrar las raíces que pueblan de destellos y milagros la más profunda oscuridad de su silencio, independiente del resultado pragmático, es decir, sin importar que al final no se logre desentrañar el sentido o propósito de la palabra contenida en “Consumaciones”(Colección Escala de Jacob, Universidad del Valle,2008), porque de ese recorrido solitario por los predios de la grandeza de sus imágenes, de sus metáforas, surge una alegría y felicidad tan altas, que comprometen al ser integral del lector en una suerte de experiencia mágica, de realización interior, de placer profundo. La palabra poética, antes de comunicación, comporta disfrute, deleite, exaltación de los sentidos, experiencia vital. De este hallazgo, habla el poeta Arciniegas Moscoso en su poema “Hendiduras: <br /><br /><br />Encuentro la luz revelada entre las hendiduras,<br />bellamente construida como llave o un feudo de sol.<br /><br /><br />De las premisas en las que el poeta nos advierte que “la flor es el descuido de una ley” y que “el árbol es toda la herida del mundo finalizada la adivinación del aire”, contenidas en las dos obras anteriores, se llega a “Consumaciones”, en donde el autor nos revela esta hermosa y a la vez dolorosa imagen: “Mientras la tarde se toma el cuerpo de mi padre, / él penetra a un universo esquivo, / como un viejo ángel que no sabe de su materia”, para significar la continuidad en la temática y el tono, un camino que recorre lentamente a través de la poesía de valía ascendente, y que llega a un nivel en donde el padre, “que no conoció otro saber que la certeza de las raíces” (…) es motivo a la vez de abrazo en lo telúrico, restitución de y a la materia ignorada y consumación de un sueño en que valoración y evocación se unen en la nostalgia de la partida:<br /><br />Su despedida sucedió a mitad de los caminos,<br />aquellos que varían entre dos hileras de árboles,<br />junto a la intemperie, a la cavidad del hueso,<br />al cuerpo avasallado, y a la amnesia<br />como un agua maldita.<br /><br />En este libro, el poeta como sacerdote, asume una realidad dual. Los dioses lo han dotado de unas condiciones especiales que le permiten realizar su propósito de guía espiritual de los pueblos, en el mejor sentido de Höelderlin, Blake, Nerval o Tagore, reduciendo el riesgo de la caída en su andar, en la inmersión por las profundidades del ser del hombre y de las cosas, en su trasegar por la aridez del sueño humano, del desvarío, de la noche profunda que es abismo, o del ascender a cimas no reveladas, ignotas, en donde habita el fantasma de la ilusión, de la utopía arropada de fuego: “Le pusieron alas ligeras, / dos espacios abstractos, ojos abisales, / una forma de fresco abismo, / lo vistieron de abatimiento, de vientre oscuro, / de acento, de glacial y de sombra”. (…) Y, es ésta posibilidad –Arciniegas la disfruta, además, en su doble sentir de poeta y trabajador de la tierra- , la que le permite ahondar en el contenido de la historia, del rumor que deja el paso del hombre o de la bestia, con sus construcciones de templos cimentados en el horror, del silencio, de la oración que convoca los elementales de “la cal, el agua y la escoria triturada” como argamasa que fija el derrotero del hombre hacia el “embargo” de la muerte, “porque la muerte y la semilla de la flor / siempre van juntas, / desde que las hadas danzaban alrededor / de las viejas piedras, del primer mundo, el del elíxir de las fuerzas de Dios, / de la labranza, cuando los árboles tenían lengua / y contaban cosas sencillas”.<br /><br />Acaso el hombre, predador multiforme, no logre detener ni detenerse en la “geografía” de su sueño avasallante, de la guerra por la guerra, y como la polilla, continúe “en la mudanza del universo y la compulsión de las tiranías”. Una palabra solidaria en la lucidez de la caída, del fragor terco, inevitable, de la miseria que conmina al desastre, al alimento de la escoria, al despojo ineludible, de las migajas arrebatadas con mano firme y alma temblorosa, surge entonces como paliativo en este devenir de espanto. El poeta sabe, y así se lo dice al lector como una posibilidad de siembra, al formular la pregunta que lleva implícita la respuesta cálida de esperanza, de cosecha, tal vez de sosiego, luego de reconocer la filiación de la tragedia en el horror de la barbarie, que sólo la poesía nos puede salvar de la consumación de la condena: “¿Sin la palabra dónde viviríamos? / ¿En las landas salvajes de los infortunados, / los perseguidos y los proscritos? / ¿En los anfiteatros donde toda rebelión es sorda? Y puntualiza con otra pregunta-afirmación todavía más elocuente, quizás más acertada que la bala que busca el blanco entre la profunda oscuridad del fuego: ¿Qué es el guerrero sino una conjunción del verbo?<br />Apéndices, profecías, lengua de los átomos, consumaciones. Palabras que advierten la hecatombe, palabras dirigidas a quienes fungen y detentan el más sórdido poder, el de “las monedas hijas del saqueo”, el “del borde de la revelación del agua”, el de “la soledad apostada de los genocidios”, con el deterioro acelerado de los ocasos, de la contaminación del sueño, y toda desgracia de patologías de la mal llamada modernidad del ahora, del aquí, del albañal y la cloaca:<br /><br />Quién sino la guerra se detiene a ver<br />el viento de estas tierras que lo dan todo.<br />Uno jamás dimensiona las cargas que dan<br />caminos de sangre.<br /><br />Oscuro habitante de la tierra “con la flor del sol sobre el cuello”, Arciniegas sabe de su doble propósito, de su doble condición de Poeta y Arte-sano del surco, de la siembra, de la cosecha del signo como fruto. “Ella, (la tierra) lo sustrae del escándalo de la sed, padeciendo el milagro de la esperanza y no el riesgo de la renuncia”. Entonces el signo, el acento, el invierno, la alzada, la sed, la montaña, el aroma y la aldea, se conjugan en la posibilidad del asombro, en la parcela infinita de las visiones, en el compromiso ineludible con el hombre: “algo fundado entre dos orillas permanece” y es que entre el monótono zumbido de dos moscas que oscilan de derecha a izquierda sobre el eje de un centro siempre evasivo, descreído del paraíso contaminado por los instintos de la sangre, del “riguroso infierno”, en la algarabía de las religiones y sus dogmas, de las leyes del cambio esputando miseria y bala, en la “tortura flagelante” de fieles y paganos, de civiles alelados, Arciniegas es consciente de su lealtad a la palabra poética, rara fidelidad aun la certeza de un cielo negado, de las puertas cerradas, de las mentiras del tiempo, de los fundamentalismos, de las lecturas ajadas, del símbolo y el signo de ideologías venidas a menos, de las confesiones en la fría noche de los desvelos del espíritu, para establecer la dura o feliz confirmación de su estado incólume: “Sólo pudieron salvarme los iluminadores incendios de mis consumaciones”. <br /><br />Si “lo bello es gozo para siempre” (John Keats), Julio César Arciniegas Moscoso canta desde ya a la posteridad intacta, en la belleza de su amada, de su poética y de su aldea; las tres fundidas en el hechizo del poema: <br /><br />No estoy seguro si la belleza se escribe<br />pero a través de mis letras se cumplen tus formas,<br />los humos de tu voz, la gracia de tu acento,<br />el extraño equilibrio de tus pies desnudos..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-42410950717571984722009-02-19T18:52:00.000-08:002009-04-11T09:12:10.413-07:00SENDERO DE LA NOCHE<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihjCLjaAtSxOLFf3LiOr_2x7kadNSXJZLhq-8l0cY4ykYpDYPTLeJ8zc_OXlQJmRxUYqiul3TuEaJKt9H-ADuyVdXI71hbcEiP_fv6jee6nL_Qv-A2sW9Jm7u1cDxlrDsnkqSiE1NB47-J/s1600-h/SOMBRA+EMBESTIDA.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 222px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihjCLjaAtSxOLFf3LiOr_2x7kadNSXJZLhq-8l0cY4ykYpDYPTLeJ8zc_OXlQJmRxUYqiul3TuEaJKt9H-ADuyVdXI71hbcEiP_fv6jee6nL_Qv-A2sW9Jm7u1cDxlrDsnkqSiE1NB47-J/s320/SOMBRA+EMBESTIDA.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5304711408147313314" /></a><br />POR FREDY GALVIS CIFUENTES<br /><br />Revista Común Presencia 19<br /><br />Las calles inconclusas, heridas, desplomadas, aquellas que sólo vislumbran el descenso, constituyen la geografía poética de Sombra embestida, un alfabeto de condenas sucintas en el que el poeta colombiano Hernando Guerra (Armero 1954), le apuesta al encuentro con la serpiente, con el miedo, con los fantasmas que nos habitan. Las posibilidades cromáticas de este escenario develan el sendero hacia la elección: “de los escombros elige el que te guste. Sólo tú sabes el color de tu miseria”. La bruma habita incesante, sus rostros poseen el secreto y el poeta errante interroga los escombros, con la certidumbre de que tal vez allí halle el asombro.<br /><br />El título sugiere el hallazgo impetuoso con la sombra en una escena de existencialismo trágico. Los espacios conducen a la condena y el poema interroga al momento:<br /><br /> La noche, la soga, el cuchillo, el poema.<br />La sombra, el nudo, el filo, la palabra.<br />Si condenados a morir, ¿importa el verdugo?<br /><br />“Hernando Guerra tiene la sabiduría de crear un “miedo universal” sin formas ni límites”, dice Juan Ruíz de Torres en el prólogo. Y es que el poeta socava los caminos en los que la única presencia es la bruma: tal vez sea el miedo el quinto punto cardinal hacia el que el hombre, extraviado y lleno de vacío, se dirige. Thanatos no es el final, es la senda del errante en cuanto “pasajero del cosmos dispuesto a descender en la estación de la estrella apagada”. El sueño –Hypnos - , gemelo de la muerte en la mitología griega, acompaña este transitar, en el que cada paso es argumento en la necesidad del asombro, de la fuga, de la nostalgia del alma que anhela saborear el abismo y saberse habitante de la dicha intacta:<br /><br />Descendemos por la noche erizada hasta el fondo del <br />abismo, para sacar a flote un laberinto, quizá el asombro.<br /><br />El sueño es uno de los lados de la esquina, aquél que desconoce la vigilia y la elección del poeta. Sólo en el sueño se des-cubre lo que el otro lado encubre, pues al recorrer las vías de la sombra y de la duda existe la posibilidad de lo arcano que limpia la bruma. No se trata de indiferencia entre los lados pues, en últimas, están unidos; de lo que se trata es de buscar en otros caminos las razones que justifiquen la incertidumbre de la existencia. La vigilia es el marco del ensayo, de la explicación, de la certeza; el sueño lo es de la poesía, de la pregunta, de la seducción. El poeta elige la luz de la noche, elige, al igual que el título de su anterior poemario, la ciega luz.<br /><br />La noche nos presta sus alas en la fuga por los <br />espacios azules del sueño, pero la luz de la vigilia<br />nos hace de nuevo prisioneros, nos amputa el vuelo,<br /> nos llena la boca de silencio.<br /><br />El escenario de la devastación lo constituye la ciudad en cuanto espacio de muerte y profanación; allí, donde surge el progreso deviene el crimen. Entonces constatamos que el gris acompaña la soledad, la niebla, el incesante vagar y el inexorable retorno el final. Sólo allí donde el hombre busca a alguien que lo nombre, donde marcha solo entre la gente, se sabe residente del rojo, de la mano que acaricia violentamente y de los surcos de las lágrimas, que han borrado rostro y máscara. Calles y avenidas exhalan huellas de los errantes, de aquellos que se buscan. Versos como los siguientes confirman las llagas avivadas: cruzamos la noche por calles inconclusas; desde el primer poema exiliados en esta ciudad que se desploma; la ciudad cambia de nombre, se pierde con nosotros calle abajo; no hay lugar, ni deseo ni sueño. Sólo esta avenida sin distancia. Esta calle de polvo que desciende; calles de todos los colores rumbo al abismo. Y mucho más intenso es el poema Ciudad:<br /><br />Quien camina a nuestro lado, ¿qué crimen cometió hace un instante?<br /><br />En la desolación permanece el arcano del silencio., el viento. Su presencia universal trae noticias, no obstante “nada dice el viento que lo sabe todo, porque nadie pregunta y todo calla”; el poeta está llamado a interrogarlo. Este elemento, transeúnte del mundo que arrecia o susurra, contiene en su vientre los gritos de todas las edades, el lenguaje de todos los pueblos, todas las noches de expiación, todas las palabras que tejen poesía, todo el silencio de Sombra embestida..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-62785377255673142642009-02-01T15:30:00.000-08:002009-04-11T09:15:01.644-07:00Festín entre fantasmas de Esperanza Carvajal Gallego<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1nh96DeZVI4dTC3fyVx_rEx0fWdKCmqMMCJ62w0YxucYuipINXC2-troiPcZ3oZxR9StLlUVfF7M62ulY08v3dfpdcqQ5Izh4_0quAkKg9y7LrHW9mhz8u1CS16uc50OnKrRKNHSYWLxK/s1600-h/FEST%C3%8DN+ENTRE+FANTASMAS.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 205px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh1nh96DeZVI4dTC3fyVx_rEx0fWdKCmqMMCJ62w0YxucYuipINXC2-troiPcZ3oZxR9StLlUVfF7M62ulY08v3dfpdcqQ5Izh4_0quAkKg9y7LrHW9mhz8u1CS16uc50OnKrRKNHSYWLxK/s320/FEST%C3%8DN+ENTRE+FANTASMAS.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297977851918297474" /></a><br /><br /><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br /><br />En el libro de la poeta colombiana Esperanza Carvajal Gallego (Palocabildo, Tolima, 1964), el fantasma, forastero de este mundo, muestra su imagen des-leída, nos observa desnudos, averigua nuestros secretos, repasa cada detalle del sueño y la vigilia, en los confines de una existencia en que, “Hemos recostado / la cabeza en el naufragio.” Acaso sabe el fantasma que el tiempo se necesita de este lado como recurso de aprendizaje, que una vez cumplido este propósito sobreviene el regreso, para volver con una nueva misión, y así por siglos en la rueda de Samsara, o como dijera Orfeo, en el “abismo de las generaciones.”, hasta el logro de la iluminación. Del otro lado, en la otra orilla, ¿qué advierte el fantasma? La poeta intuye su conocimiento y pregunta: “Cuéntanos si hay otra manera / de nombrar las cosas / en esa orilla / que nos prometieron alcanzar.” Porque “Qué puede haber de eterno / en las cosas que nos rigen, / o somos nosotros / los que regimos los instantes.” <br /><br />El tiempo y la eternidad son los fantasmas mayores en la poética de Esperanza Carvajal. Sus primeros libros lo anuncian desde el título mismo: “El perfil de la memoria”; “Las trampas del instante.” Pero es en este, su tercer poemario, donde la poeta encara con mayor rigor el tema del devenir y de la inmutabilidad: el tiempo y la luz; tánatos y el tiempo; el tiempo onírico; la cuidad interior y el tiempo; la hora propicia del crimen en la alta noche; el tiempo y la expiación; el fruto y el tiempo; las cadenas del tiempo; los oficios del tiempo; el tiempo y la huida; el puerto en el tiempo; el tiempo ulcerado; la intemperie del tiempo; el tiempo y la libertad; el exilio y el tiempo; el tiempo sin el tiempo. El pasado –tradición, memoria y recuerdo- como cadena de dolor y sufrimiento, en perjuicio de la sustancia del vivir:<br /><br />“Cada quien arrastra sus cadenas<br />y no hay tiempo <br />de comparecer ante la vida” (…)<br /><br />La eternidad se presenta en este libro desde una mirada de escepticismo no exento de ironía y desencanto. Una manifiesta resistencia a aceptar las heridas existenciales como punto de encuentro entre la hora y el misterio de una promesa incierta. Como buena poeta, Carvajal Gallego resuelve esta duda en interrogante que es videncia:<br /><br />“¿Pero a qué cosas <br />se tiene derecho<br />cuando la memoria porfía<br />atrapar el instante?” (…)<br /><br />Su profunda inquietud metafísica toma forma en cada texto en imágenes desgarradas, en donde el “otro” es necesidad reconocida, urgente: “Me tiendo en el costado / más temible de la noche / y reconozco el tiempo / en la sed de los espejos.”, anuncia en su poema “Teorema”. Y prosigue: “Escrito está: / soy el tiempo que se quema / y la luz que lo consagra.” Tiempo y eternidad, luz y sombra, premio y castigo: “Dicho sea: / Condenados están al tiempo y a la sed. / La luz, / me la reservo.” Un determinismo trágico convoca igualmente esta poética. Herencia milenaria en la “palabra ciega”, en el dolor que causa la conciencia del ser, el reino incendiado de la errancia, donde el fuego es actor y testigo, arte y parte de una existencia en llamas: “Cuántas cosas se dejan al camino / cuántas palabras encienden / la furia en las praderas (…).<br /><br />La noche es el lugar en donde Esperanza Carvajal Gallego desata sus fantasmas, sus poemas, en el festín de la soledad que apura, como fuerte licor, en espiral de fuego y viento. La etérea figura del forastero recorre sus predios, entra y sale del sueño, asciende y desciende su escalera, visita la pesadilla, esconde la luz, alza el cáliz de la desesperanza en sus rincones, puebla, en fin, este universo de tiniebla con su presencia vaporosa. Y la poeta recorre con el fantasma, su invitado, estos territorios en donde el sueño, la pesadilla, el crimen, el homicidio se convocan, porque todo es posible en el reino de la sombra. Así, aunque parezca una dicotomía, la noche, paciente y generosa, le brinda refugio y placer: “Sólo la noche no se cansa de abrir sus brazos / donde convergen las horas de placer y de dolor.” La escalera, su peldaño incierto entre la bruma, la huella de un milagro inconcluso, el sigilo y la huida, y el dolor siempre presente, el dolor de la conciencia como luz injuriada.<br /><br />Desde la más profunda interioridad brota esta poesía colmada de ausencia y soledad. La partida del ser querido y su dolor, hacen más hondo este silencio, trascendido en milagro. Si “La vida significa para nosotros un constante transformar en luz y llamas todo cuanto somos o nos sale al encuentro” (Nietzsche), la propuesta estética de Esperanza Carvajal en Festín entre fantasmas es consecuente y consistente con el más caro propósito de toda poética. Aquí se dan los presupuestos necesarios, vitales, para hablar de una expiación a través de la palabra: “Sólo a los ángeles caídos / les asiste el derecho de la perfección”, dice la autora, y ya nada nos sorprende:<br /><br />“Algo esconde la eternidad<br />tal vez pronto<br />lleguemos a saberlo”<br /><br /><br />Esperanza Carvajal Gallego<br />Festín entre fantasmas<br />Editorial La serpiente emplumada<br />Bogotá 2008.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-81335916936902339302009-02-01T15:10:00.000-08:002009-04-11T09:15:50.872-07:00Obras de mampostería de Nelson Romero Guzmán<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQLeHLlxgAyTFIN66kt2CoTL_6v947l3WhrcWA8rwHIwAIXbj285jI1bsr3fNaoIbdqIfchupkQkRA8w68APeo42i-s7ahcLJrv-c0UrQIMnWiP7O9GhN-g9bHKq7DV-BVC80Jaoazp-Lv/s1600-h/OBRAS+DE+MAMPOSTER%C3%8DA.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 216px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQLeHLlxgAyTFIN66kt2CoTL_6v947l3WhrcWA8rwHIwAIXbj285jI1bsr3fNaoIbdqIfchupkQkRA8w68APeo42i-s7ahcLJrv-c0UrQIMnWiP7O9GhN-g9bHKq7DV-BVC80Jaoazp-Lv/s320/OBRAS+DE+MAMPOSTER%C3%8DA.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297980609546297282" /></a><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br /><br />La poesía es edificante. Misión del poeta es construir, y crear consiste en el lento hacer. El tiempo talla la piedra, la pule, la limpia y decanta para la obra, pero el tiempo cabe y no cabe en la eternidad. El tiempo y la eternidad se atraen y se repelen, así como hay lugar y distancia entre el sueño y la vigilia, entre la flor y la guerra, o entre la puntilla y la flor. El tiempo pertenece al reino de lo irreal, no al de lo invisible. “Dios en lo visible remedia la afrenta a sangre y fuego.” Pero, “¿Dios es real porque no existe?” Percibir la “flor secreta” que los mamposteros han diseñado con “la argamasa de las invisibilidades”, a la luz de “estrellas rotas”, se hace visión, y entonces la argamasa pega. Pero el poeta debe ser cuidadoso, mesurado en el uso y tratamiento de la piedra. De no hacer así, podría construir un precipicio, un muro impenetrable, o hendiduras de la luz por donde nadie puede entrar. Además, la piedra, materia prima, escasea. No es cierto que la palabra poética abunde como la arena, como tampoco toda arena es. De ahí la importancia del ahorro y del arte de la mezcla, la argamasa, el decir poético. Por ejemplo el adjetivo, que sólo es eso, accesorio, nunca es viga, y casi siempre sobra. Pasa igual con el verbo. Vemos a los poetas a la orilla del río, en verano, buscando el verbo preciso, el que encaje en la columna, el que sea columna misma. Y pasan muchos veranos con sus lunas y peces y flores, sin que el buscador halle tal piedra. Mientras, el río ya no es y el poeta tampoco. Entonces Heráclito El Oscuro ríe de su río en la luz de la eternidad sombría, porque no encontrar la piedra indicada, es no tener cimientos. <br /><br />En Obras de Mampostería Nelson Romero Guzmán asume otra vez, como ya nos tiene acostumbrados, el oficio de poeta, es decir de constructor, de creador. Este es un poemario edificante. Su obra está bien hecha. Los cimientos, las vigas y columnas, tienen los materiales necesarios. Ni más ni menos. La justa medida en la piedra, el agua, la arena, el cemento y el metal. El conjuro. La plomada. La solidez consiste, precisamente, en el equilibrio que dan el oído y la visión acoplados. Todos los sentidos acoplados: “los cinco rencores de los cinco sentidos, / las cinco crueldades del cuerpo, / los cinco animales enjaulados / hacen verdaderas las piedras y los muros.” La puntilla clavada en la flor no es un accidente, es un acierto: “eso es deseo, hecho misterio…” Con varillas y puntillas de percepción se logra la estructura: “No veo el alba / veo un caballo blanco / aquí, donde grandes mariposas con cuernos, / húmedas / velludas / depositan el huevo del día” Esta percepción atenta, hecha visión, constituye terreno seguro para la arquitectura del lenguaje poético. De un mundo visible, el de la tensión, en donde “el Iluminado y el Oscuro se enemistaron por una rosa”, se pasa a un mundo invisible paralelo, en el que “no se borra el rastro de lo que pudo haber sido y allí estuvo”. Las guayabas se transportan desde el país de lo fantasmagórico en cajas apuntilladas, fuertemente amarradas con cables acerados, para que durante el viaje no se vuelvan irreales pero, aun esta previsión, no deja de observarse en la piel de las frutas “el hambriento mordisco del otro lado.” <br /><br />Crece la hierba en la mirada del poeta, el monte como palabra, el cadáver del alfabeto entre las piedras, la palabra al-ba-ñil pegada con argamasa, el idioma remendado en los ojos de una lagartija. Todo entre las piedras. El poeta no quiere despertar del sueño de ser piedra entre las piedras porque desde allí, desde ese lugar que es la palabra, el paisaje luce, es, alcanza una nueva visión, extraña visión que alucina: oye la respiración de los árboles, “cuando los mueve la inmensa rueda del cielo”, el agua adquiere visos o notas musicales, se vuelve virgen que el hombre no mira, no adora como tal, sino que confunde con la Proserpina seductora de los alucinados, de los seres del inframundo. “Un paisaje no visto, recién llegados (nosotros) de lo visto”. Desaparece la frontera entre lo real y lo irreal, entre lo visible y lo invisible, desaparece el tiempo, que ahora es una ilusión, que siempre ha sido ilusión porque nunca ha existido: “o Dios haciendo visible de esa forma / las paralelas de su ilusión”. Los mamposteros conspiran en la trampa, en el ocultamiento, quieren hacer invisible la guerra, “pero ella es cada vez más visible.” <br /><br />Existencialismo, fenomenología, escepticismo, chamanismo, magia, percepción poética. Uno imagina a Sartre y a Berkeley; a Husserl y a Descartes; a Hume, a Kasper, a Heidegger, a Parménides de Elea, a Pyrro de Ellis; reunidos en una estancia del tiempo inmóvil, que puede ser una taberna flotando en el espacio, o un café de Paris, en tertulia perpetua sobre lo irreal e irreal, sobre lo que es y lo que no es, sobre lo visible y lo invisible, entre lo que se debe creer y lo que no. Y la mirada del poeta Nelson, aguda, desacralizadora:<br />“No veo catedral / veo un gato enorme sentado / sobre sus patas traseras, / unos ojos llenos de fe, / piel de carne de circo, / frente meditando en su oración (…) <br />alto en la entresombra / erige ante mí la parábola de la duda.” (…)<br /><br />Pero esta duda es certeza cuando la ciega Narcisa en loco sueño se hace Eva y refunda el paraíso. Pronuncia la palabra y el Génesis cambia. Toma el color de su signo, su género y la fuerza de su convicción, para mostrarnos el Edén alucinado. Fantasmas, visiones en la honda sombra, la serpiente, el trabajo, el exilio, pero sobre todo el dolor, la ceguera, la locura. Una Eva loca y ciega que va dando tumbos de hospicio en hospicio, en eterno círculo, nos dice de un paraíso como clínica para enfermos mentales. Y esta duda-certeza de corte teológico salta a la grafía, a la escritura misma: “sin escribir escribo, / salto de esta tapia al patio ajeno / a robar los melones encendidos.” ¿Habla acaso aquí el poeta de las resonancias, de las influencias, o de esa voz de la poesía que está en el viento, más que en libros y talleres, que está en la plástica, como en los pintores de sus libros, Surgidos de la Luz y la Quinta del sordo, o “de la poesía que todos escribimos”, o nos habla de la lectura, de esa otra lectura no de libros, sino del entorno, el entorno interior o exterior del hombre, esa otra lectura que llamamos percepción? Cierto es que la poética de Romero Guzmán nace, entre otras fuentes, de una percepción atenta, aguda. En Grafías del insecto, por ejemplo, las imágenes tienen validez y asidero desde una profunda y paciente observación de entomólogo, o de poeta. Asistimos en este libro, a una palabra encantada y des-encantada, o si se prefiere, reno-va-dora: “la redondez es apenas una visión / una costumbre del ojo.” No en vano el poeta tiene sus propios invitados: el atormentado Jaime Sáenz, el de “las impenetrables obras de mampostería”, y Antonio Gamoneda, el de “vas hacia lo visible / y sabes que es real lo que no existe.” Mas hay un personaje aquí que no está anunciado, pero que se pasea sin más por todo el libro: hablo de George Berkeley, el obispo de Cloyne, el mismo que hace más de tres siglos lanzó al mundo su oración, su blasfemia o su herejía: “esse est percipi”. Y entre la visión y la ceguera, entre lo real y lo irreal, entre lo visible y lo invisible, entre lo que existe y lo que no; una exaltación: <br /><br />“Celebramos limpios aniversarios de aire,<br />muertes hormigueantes llegan de lo visto,<br />piedras se hacen invisibles.<br /><br />Lo más hermoso de no ser visto: ¡el homenaje al ojo¡”<br /><br />El poeta Nelson Romero Guzmán estuvo en el río, en verano, buscando la piedra, y encontró la revelación. Para Nelson Romero Guzmán y su obra no hay tiempo, sino eternidad. Porque, como bien sabemos, la revelación pertenece al ámbito del instante, del ahora, del presente, es decir, del siempre. Entonces el río y el poeta no cambian. Se funden para permanecer intactos: milagro de la poesía, inmutabilidad en el fluir. El poeta regresa a su hogar, el poema, con su obra perdurable de dicha y acierto: plena de agua, de viento, de asombro, de luz.<br /><br />Obras de Mampostería. Nelson Romero Guzmán.<br />Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá, 2007.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-64082470585967235882009-02-01T14:49:00.000-08:002009-04-11T09:16:21.119-07:00Apología de los dragones de Conrado Alzate Valencia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFSz1RF5aW2DqjSOCQqAhPe_0Prnjjhwgh8Jj6oJWEEo9hcRKGVtFfy7ay1ALvuPzyiZuWIh156fjaFhFuNyALOnuJo_E7NwaYCneK2xOx-urJv7RVEHS4M9YAsBSHaQCAtLGd9v8XziLB/s1600-h/APOLOG%C3%8DA+DE+LOS+DRAGONES+1+002.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 220px; height: 320px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiFSz1RF5aW2DqjSOCQqAhPe_0Prnjjhwgh8Jj6oJWEEo9hcRKGVtFfy7ay1ALvuPzyiZuWIh156fjaFhFuNyALOnuJo_E7NwaYCneK2xOx-urJv7RVEHS4M9YAsBSHaQCAtLGd9v8XziLB/s320/APOLOG%C3%8DA+DE+LOS+DRAGONES+1+002.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297968719407408402" /></a><br /><br /><br /><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong><br /><br />Apología de los dragones de Conrado Alzate Valencia es una puerta abierta al mundo de la infancia. Sólo el poeta, eterno guardián del sueño, misionero de la palabra encantada, puede acceder a este universo de presencias lúdicas. En el territorio del alba, donde todo es posible, desde la verosimilitud de la fantasía a la increíble realidad de la inocencia, el poeta, sacerdote de la palabra sagrada, oficia el milagro. Comarca situada en algún lugar de la memoria, infierno o paraíso en donde pervive la bestia primigenia, serpiente o pájaro, tierra o fuego, ignorancia o conocimiento. El lector tiene la opción de elegir a través de la poesía entre lo divino y lo humano, entre la realidad y la ilusión, entre oriente y occidente, entre el Apocalipsis y el festejo. En esta posibilidad reside la importancia de la apología, de la defensa a ultranza del mito. Alzate Valencia posee la llave de este universo misterioso, y sin embargo, deja la puerta abierta. <br /><br />En Apología de los dragones del poeta de la Ciudad del Ingrumá se manifiestan todas las opciones, todas las posibilidades del hombre. Aquí el albedrío es cosa cierta. Conrado Alzate eligió una de las dos interpretaciones del Dragón como símbolo, como arquetipo. Eligió la leyenda oriental, que en China y Japón alude a un dragón con poder espiritual, de conocimiento, arte, fuerza y cosecha. Un dragón alegre, carnavalesco. Un “personaje” fabulado que se sitúa en la infancia, en la lúdica de la primera edad. Poética, psicología, filosofía y religión entrelazadas. El inconsciente individual y colectivo (Jung) en favor de una percepción alejada del modelo platónico, al que occidente, especialmente la Iglesia, le da una interpretación de condena, relacionando lo divino y lo terrenal, para hablar del pecado, la culpa y la ruina. Conrado Alzate nos convoca en su intuición poética a decidir por la expiación, por la inocencia del hombre. <br />Imago o alegoría, el poeta abre la puerta de su obra de par en par, para que el viajante decida si entra o sigue de largo. Yo como lector he decidido entrar, y una vez adentro, entre las páginas de este libro maravilloso, he resuelto quedarme, para disfrutar de una palabra breve: “Sabio es abrir los labios sólo para decir lo justo”, una palabra mágica colmada de silencios, silfos, ondinas, de “espíritus nemorosos”. He decidido quedarme en la estancia fabulosa de este libro, no obstante la presencia de los mismos “Tigres del templo”. Y es que: “Para nosotros los tigres son inofensivos”, mientras que “Para otros, son el salto terrible de la muerte”. Irónica dualidad. Acaso el único poder del hombre consista en la capacidad de decidir, de escoger entre dos percepciones opuestas que, como mínimo, se le presentan en el cada instante de una cotidianidad sinuosa: <br /><br />“Las estrellas son la brújula de los viajeros nocturnos.” (…)<br />“La noche ama las estrellas porque son los ojos del cielo.”<br /><br />Un viaje por la ribera del río, por el recuerdo de los abuelos, su casa, que posee “el color opaco del olvido”, por la tierra en donde “espiga la llama dorada de los sueños”. “Cazadores visuales”, avanzamos por un paisaje pleno de miradas desde la sombra, “los espíritus del monte guían nuestro destino y ponen pensamientos dulces en nuestros labios”, porque “Desde tiempos inmemoriales estamos atados a la mitología y a los seres de este territorio”. <br />Extraña sencillez elabora esta palabra: “¿Para qué mover los labios / en procura del mejor adjetivo, / si la piel, los ojos y las manos / son una hoguera de voces y deseos?” Extraña sencillez profunda que se transforma en ternura, que es ternura. Podríamos decir que la palabra es al poeta como el poeta a la palabra, para significar esa congruencia entre el autor de este libro y su poética, ajena a todo artificio, a cualquier especulación retórica. Valencia Alzate prefiere transitar por la orilla riesgosa de una palabra despojada, casi directa, peligrosa manera de asumir la estética entre precipicios, sin caer, sin desbarrancarse. El poeta no sólo conserva el equilibrio, sino que nos invita a disfrutar de la tierra, de los ancestros, los amigos, las miradas ecológicas, los monólogos, los olvidos, las apologías del silencio: “En las noches damos gracias al poder del fuego, / al viento, al jaguar, a los salmones del río / y a todo lo que esta tierra nos brinda con amor. / Aquí la vida es sencilla como gotas de rocío”. (…) <br />La presencia recurrente del abuelo, figura que encarna la sabiduría, la seguridad y el calor del hogar, la nostalgia de la casa perdida en el tiempo, la infancia; la impotencia y la inutilidad de la poesía para recuperarla: “Daría mi vida por tenerla en pié, llena de afectos, / de cuadros, de muebles antiguos y de rezos. / Pero yo no puedo rehacer la casa con estos versos”. El amor por la tierra, por la naturaleza, enlazado a un sentimiento existencial, como al final de su poema, “Si yo fuera árbol”: “Sería un ser silencioso como los peñascos, / amigo de la soledad y de los espíritus montesinos. / Si yo fuera árbol, sería la morada florida de los pájaros.” Y el deseo de trascendencia, de posteridad, que anima a todo creador, consignado bellamente en el poema, “Un verso para el recuerdo”: “Yo sé que mañana, los poderes fríos y enigmáticos / de otro mundo, vendrán por mis huesos y mis órganos. / sé que todo lo mío partirá dócilmente tras el olvido. / Pero tal vez un verso se revele para salvar mi nombre / y se quede anclado en los cálidos labios del recuerdo.” <br />Con este libro, ganador del concurso departamental de poesía de Caldas, el poeta Conrado Alzate Valencia se inscribe dentro de la más alta vertiente de la poesía de su generación en Colombia, al lado de autores como Gabriel Arturo Castro, Nelson Romero Guzmán, Omar García Ramírez, Gonzalo Márquez Cristo, entre otros, quienes tienen en común una estética alejada de la épica belicista, pero comprometida con el pensamiento, la reflexión; con la tierra y la palabra misma, en tanto lugar de encuentro con el hombre. <br /><br />Apología de los dragones. Conrado Alzate Valencia.<br />Concurso de Literatura Caldas, modalidad poesía. <br />Manizales, 2007..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-69718945600018356742008-07-04T18:01:00.000-07:002008-07-04T18:02:39.253-07:00Sombra embestida de Hernando Guerra Tovar<span style="font-weight:bold;">Por Nelson Romero Guzmán</span><br /><br /><br />Más que embestir, acometer, enfrentar el lenguaje en este libro de Hernando Guerra, es la posibilidad de descender al mundo de las sombras con la mirada de Orfeo y regresar a la luz con lo entrevisto. Mundo que se percibe gracias a la libertad de lo inconsciente, a la imagen construida como laberinto. Cada poema en su brevedad es una suspensión, un borde capaz de contener el abismo y ofrecerlo al lector, porque de su mirada depende la visión estremecida, no la contemplación anecdótica o descriptiva, sino la nueva experiencia que nos da la poesía cuando ha sido capaz de sopesar la realidad, el hombre y su interior tenebroso, para transfigurar la reflexión en un hecho poético.<br /><br />El lector, vadeador de sueños o último descendiente del hombre que no pudo ser emperador, como escribió Giovanni Papini, se siente agradecido leyendo Sombra embestida. En ese libro la poesía no nos abandona, no nos embiste para sacarnos del ruedo, no acciona el mecanismo del bostezo, ni hace que inconformes dejemos comenzado un texto para ir tras otro en la lectura. Este libro me seduce a leerlo. ¿Por qué? Un libro me atrae en la medida en que me permita jugar con él. Cuando me dice en la fábula de su lectura: léeme sin atraparme, mírame sin verme, tengo varios rostros. El libro es los sentidos que hay en él, los mundos que despiertan en nosotros, el lenguaje visitándonos siendo uno ahora y mañana otro, después quién sabe. Lo inagotable para mí, tonto o mañoso lector de poesía. Así pues, atemos cabos. El libro comienza con el texto Extravío y termina con el titulado Retorno. No fue un programa trazado por el autor, por azar debieron aparecer esos textos al comienzo al final, dándonos la idea del viaje. El extraviado de pronto camina por las "calles inconclusas" de una ciudad que "está en otro lugar" y al final del libro <br /><br />Sucede un accidente,<br /><br />la muerte por ejemplo,<br /><br />y despiertas.<br /><br />Lo que existe en medio de esos dos textos es el caminante, luego el mundo que transita, las visiones que lo acosan y sus percepciones de la realidad, es el hombre común y el poeta, que viaja a su propio interior, expía el laberinto, conoce la tiniebla, la verdad de la noche y devela la poesía misma como "bella expiación". Es exiliado, el Nadie, desarraigado, expulsado o pasajero. Cada presencia suya deja su marca breve y profunda: el poema, su verdadera intensidad. Y la visión del infierno:<br /><br />Precipicios acechan la memoria y no dan tregua.<br /><br />Inexorable reloj del que elige partir. Ya no hay tiempo<br /><br />en la hora de lo eterno. No hay lugar, ni deseo<br /><br />ni sueño. Sólo esta avenida sin distancia.<br /><br />Esta calle de polvo que desciende.<br /><br /> <br /><br />La ciudad cambiante, itinerante o mítica de Calvino o de Durrel, reencuentra en este libro su rastro. Pero la ciudad presente en este libro habita al transeúnte y desde adentro lo observa, para finalmente ser uno solo: uno del otro espejo de la ruina, del crimen, guardianes de lo indecible, con calles rumbo al abismo, "divididos desde el primer abismo". En el silencio de esas calles surgen las terribles preguntas: "Quien camina a nuestro lado, ¿qué crimen cometió hace un instante?", " El que acciona el gatillo del silencio, ¿qué oscuro designio obedece?", "Y la mano, ¿cuál caricia, qué violencia?".<br /><br />¿Y qué hace el lenguaje en Sombra embestida?: Trabajo depurado, meditado y hechizado. Hernando Guerra asume la poesía como expresión de lo ambiguo, lo que hace que el poema –por breve que parezca-, carezca de límites y se interne por territorios del lenguaje ampliando sus significados. Su poema "Criaturas" es un ejemplo de ello,<br /><br />El secreto no está solo. Conviven con él otras criaturas.<br /><br />Comparten la sombra, las rejas del silencio.<br /><br />Comparten la boca:<br /><br />se alimentan de crudas verdades.<br /><br /> <br /><br />Y en esos parcos signos un mundo que traspasa las barrera de la expresión, que toca lo fabuloso, lo religioso, quita la máscara y crea un lugar que puede ser la cárcel o el convento, donde residen los condenados. La verdad oculta, signo de todos los tiempos, y el alumbramiento de las palabras. El lenguaje recobrando formas, tarea esencial de toda poesía. La palabra como enigma de la realidad, como morada del silencio, palabras que abandonan el diccionario para adquirir otra interioridad, otra materia y albergar otro ser. Es la palabra de la poesía que conquista lo desconocido: "Palabras cristalizadas en virtud de la verdad desconocida", ellas son agujeros en nuestra piel y por sus intersticios se asoma el alma. El lenguaje es para el poeta reencarnación. Elementos, atmósferas que hacen de Sombra embestida un libro con unidad de significado, y como la poesía lo exige a quien escogió como médium, es capaz de expresar su inaprensible. Celebro este nuevo libro de Hernando Guerra, que confirma la permanencia en un oficio, con todo acierto..http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-87425819091016621582008-03-10T17:33:00.000-07:002009-04-11T09:30:30.215-07:00Exaltación de la Palabra Mínima<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkUMq4MmlS_lVLAfyV4dC4cW4s5xJyoe29h3xVWu88BpLmFuIms9txEdKiv7yr85PJ8-KW_TCpcRBmpVs4KMCGcncntRRPzIX6cHp6vqiYjczU63ins6zOWxukWhKE3mUKM2GH7T8J9BKb/s1600-h/juan.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 120px; height: 152px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkUMq4MmlS_lVLAfyV4dC4cW4s5xJyoe29h3xVWu88BpLmFuIms9txEdKiv7yr85PJ8-KW_TCpcRBmpVs4KMCGcncntRRPzIX6cHp6vqiYjczU63ins6zOWxukWhKE3mUKM2GH7T8J9BKb/s320/juan.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5297983769680695362" /></a><br /><span style="color:#660000;">Por Hernando Guerra Tovar</span><br /><br /><br /><br />El Bosque del tiempo<br />Poesía Mínima completa<br />Juan Ruiz de Torres<br />Editorial Corona del Sur<br />Jaime Serrano 2<br />29014 –Málaga<br />España<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt7oV5lH7tGZRvVjWE_JT7GuRloSINJHmtayu1GolzRHIkkknxqvjiZ5fAWdoeFxqtWSqWd6Mnqm1Bf_rUQ3cSKzKykxSUareCYEQLTldhplmGTDU9C92a5W0NYtYIt2SAc5ZxkkAw8Zk7/s1600-h/juan.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5176278881984391426" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgt7oV5lH7tGZRvVjWE_JT7GuRloSINJHmtayu1GolzRHIkkknxqvjiZ5fAWdoeFxqtWSqWd6Mnqm1Bf_rUQ3cSKzKykxSUareCYEQLTldhplmGTDU9C92a5W0NYtYIt2SAc5ZxkkAw8Zk7/s320/juan.jpg" border="0" /></a>Tres condiciones animan el propósito de El Bosque del tiempo, el más reciente poemario del poeta, crítico, ensayista y promotor cultural español Juan Ruiz de Torres.<br />La primera, de orden estético, es la brevedad. El poeta reinventa la memoria para fundir en ella la palabra mínima. Ha viajado por el espacio interior del lenguaje, ha conocido sus secretos, los ha aprehendido para verterlos luego en el molde del silencio. Especie de alquimia, toda verdadera poesía lo es, la palabra última es esencia, la mínima pero máxima expresión hecha milagro:<br /><br />Al árbol vuelven<br />las hojas que en el parque<br />dispersa el viento<br /><br />La araña teje<br />su tela, entre las ramas<br />del árbol muerto.<br /><br />Noche en tiniebla.<br />fugacísima, brilla<br />una luciérnaga.<br /><br />La segunda condición la constituye una posición ecológica, ética, en cuanto presupone de manera intrínseca y también expresa, en la economía del lenguaje, la defensa de la naturaleza. Así lo dice al anunciar este libro como su penúltima poética: Pienso que éste será mi último poemario. Después de tantos años de intentarlo por todos los ángulos, cada vez tengo menos claro por qué, para qué seguir escribiéndolos. En mis manos, mis libros antiguos se deshacen. Veo en ellos un derroche inmenso de palabras, de esfuerzo, de papel. Y puntualiza: Si sólo una línea será recordada de algún poema nuestro, busquemos con ahínco esa línea y olvidemos el resto. Los bosques lo agradecerán. Puede resultar fácil para la crítica señalar el lugar común de la inutilidad de la poesía y su elevado costo en los términos aquí referidos. Pero se necesita valor y criterio para que el mismo poeta exprese este reconocimiento y, más aún, en tratándose de su propia obra. Claro está que en acto propio de poeta, y que es también consustancial a la poética, se reserva la posibilidad de volver sobre sus palabras al decir: Como siempre, no estoy seguro de que mañana no piense de otra forma. Así, el título de esta introducción.<br /><br />El tercer elemento de esta poesía esencial es su raigambre metafísica. A lo corto y breve de sus textos podemos observar una formulación filosófica, insinuación existencial tocada levemente de ironia que se trastoca, que se desdobla:<br /><br />Se van los patos.<br />No los guía el más fuerte,<br />sino el más sabio.<br /><br />Un pez de plata<br />mordisquea sin prisas<br />entre despojos.<br /><br />Sólo esta hoja<br />le ha quedado al castaño.<br />¿Por qué no otra?<br /><br /><br /><br />El poema breve, la tanka, el haiku y el dístico, son las formas del decir poético de Juan Ruiz de Torres. Un poeta de su pensamiento y conciencia, de su humanismo, no podía beber aguas distintas. Como el Mexicano Juan José Tablada, encontró en Oriente, en el Japón exactamente, la fuente precisa para mitigar su sed de verdad y de existencia. En el haiku halla la polisemia, esa infinitud de significación apretada en tres versos de diecisiete sílabas, de métrica singular y enlazada espiritualmente a la filosofía Zen. El poeta se vale de esta forma, la cultiva, pero decide ir más lejos en la contención del lenguaje. Le apuesta a la composición de sólo dos versos: el dístico. El Bosque del Tiempo se ocupa en más de la mitad de su paginado a referenciar un recorrido por la belleza y profundidad de sus dísticos, que arranca desde el poemario Crisantemos de 1982; entra por Las trece puertas del silencio de 1984; nos lleva por los Paseos de Nygade de 1989; pasa por El Jardín de las Horas de 1993; nos enseña el País con islas de 2002, para llegar a puerto seguro en Ojos del Agua, publicado en 2005:<br /><br />¿Acaso reirás<br />en la hora sangrienta de la guerra?<br />(De Crisantemos)<br /><br />Hay una esquina infame en el futuro<br />donde el dolor acecha.<br />(De Las Trece Puertas del silencio)<br /><br />Que en el fondo del hombre<br />un duro insecto muerde y muerde.<br />(De Paseos por Nygade)<br /><br />Llega el triunfo, al fin,<br />cuando la edad lo sabe innecesario.<br />(De El Jardín de las horas)<br /><br />A las flores caídas<br />no acuden las abejas<br />(De País con islas)<br /><br />Mira esa incierta luminaria<br />al final del camino.<br />(De ojos de agua)<br /><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijk3BNweKeTu2jH8rQHHBhQ27ByPRHtieCgZtqF13pvIJLZskHMz_4UgPbhco93cfw8dz8XNcR7zdoYljlEbKbc2fNIQpflEKXBeKD_zfuGIayKjeteI1CnwUAgOgcLXwvD5LExBa2jCqY/s1600-h/edr.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5176303865809152338" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEijk3BNweKeTu2jH8rQHHBhQ27ByPRHtieCgZtqF13pvIJLZskHMz_4UgPbhco93cfw8dz8XNcR7zdoYljlEbKbc2fNIQpflEKXBeKD_zfuGIayKjeteI1CnwUAgOgcLXwvD5LExBa2jCqY/s320/edr.jpg" border="0" /></a>El Bosque del Tiempo, exaltación de la palabra mínima en la obra fundamental de Juan Ruiz de Torres, constituye una clara y bella forma de hallazgo espiritual, de trascendencia a través del lenguaje poético limpio, mesurado y mensurado. Es un retorno al origen, a la esencia, válido y necesario en un mundo cada vez más retórico y estridente:<br /><br />Un siglo de silencio:<br />breve respuesta a la palabra necia.<br /><br /><br /><br /><span style="font-size:85%;">Hernando Guerra Tovar: Fotografìa de Betsabbet Lara</span>.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-44200359290442259552008-03-10T16:07:00.000-07:002008-08-27T16:31:01.219-07:00Por La Ruta del Extravío<span style="color:#660000;"><strong>Por Hernando Guerra Tovar</strong> </span><br /><br /><br /><br /><div align="right"><br /><em>A casa, a lo primigenio,<br />retorna todo lo consumado</em>.<br /><strong>R.M. Rilke</strong><br /></div><br /><br /><div align="left"><br /><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji_kFLfGCVDtHO1f80_sJrV6V4vB-5F1_YAFm3mghe7XlVVEGA3RR7qk-lSKGnhxx8-XhONrzjexbXsonUR-5FlNs-ZTAZdMQrDsrEQQEC3FqlezH_g_xoaSFoBWAvUs1Zbw7bJnyN75xj/s1600-h/najar.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5176272482483120370" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji_kFLfGCVDtHO1f80_sJrV6V4vB-5F1_YAFm3mghe7XlVVEGA3RR7qk-lSKGnhxx8-XhONrzjexbXsonUR-5FlNs-ZTAZdMQrDsrEQQEC3FqlezH_g_xoaSFoBWAvUs1Zbw7bJnyN75xj/s320/najar.jpg" border="0" /></a>Jorge Nájar (Pucallpa Perú, 1946) nos recuerda en <em>Allí donde brota la luz</em> (Colección Los Conjurados, Común presencia Editores, Bogotá, 2007), la única e irremediable condición del hombre: el regreso. Viaje de retorno que se inicia desde las entrañas del lenguaje, a partir del primer instante de la separación, su desplazamiento y el inmediato anhelo de liberación: En la oscura nieve del invierno permaneces / inmóvil ante la idea del fuego que te libere / de la noche en que combaten Caín y Abel /- las dos caras del mismo canto que ahora entonas- . El poeta no ignora el vigor del ataque, como tampoco desconoce la vigencia de ese deseo de libertad. Aquella noche primigenia se ha prolongado en el tiempo. Aún no llega el día, la luz. El fuego es aquí elemento purificador, el que abre las puertas, el que expía y señala el camino de retorno. Nájar nos presenta a un Caín que increpa a su hermano Abel, como intento de mitigar su culpa, sentimiento de pérdida proyectado en ataque (Freud), origen de la guerra fraticida que desde entonces sufrimos: “es demasiado soportar esta culpa.”/ ¿Eres, tú Abel, esa sombra en lo oscuro/ o el ángel con alacranes en las nalgas? Éstas -dos caras del mismo canto que ahora entonas-, están consignadas en Canto ciego, primer apartado del poemario, ahora ya para qué/ cantar en la otra ribera, ciego, /si disuelto en la horda cruzas milenios / con la voz quemada, balbuceando cenizas (…) Vamos hacia ninguna parte o lo que es igual, hacia nosotros mismos: (...) deseas que esa verdad arda en tu cuerpo, / que eso humee en ti cuando la hora sea. / Y que ese humo resuma la esencia / de tu propia historia, amores, goces, / e intrigas por un poco de felicidad.<br /></div><div align="left">La poesía es un viaje emprendido desde la voz del poeta hacia cualquier lugar. Cualquier lugar es propicio para hallar el origen cuando éste se encuentra en nuestra memoria, en el aquí y ahora del parto, en el oscuro nacimiento, como dirá Gonzalo Márquez. Jorge Nájar nos convida a descubrir ese lugar donde brota la luz, fuente o manantial, puerto o estación, en el que habita la respuesta como premio a nuestra búsqueda. Puede ser Comala en la muerte o Itaca en la meta o simplemente el paraíso, como regreso al hogar. Determinando el territorio a través de “Linderos”: A dónde he de mirar, miope, de pie, / frente a la ventana del tren de la costa / lanzado hacia el extremo de la existencia, sin regreso, sin brújula ni zapato (…) El poeta se siente perdido en la periferia, expuesto a la escabrosa realidad de la existencia, sin la posibilidad de volver sobre sus huellas, sin límites ni visión. Adónde, pregunta, y nosotros preguntamos con él, para escuchar su respuesta adolorida: Adónde sino al astillero de la muerte / que cruza el horizonte traicionero / en sentido contrario a mi destino.<br /><br />“Hemos asumido un destino, un pasado que ya es presente y que se convierte en linaje metafísico”, dice la prologuista del libro, Amparo Osorio. Es cierto. Y entonces nos corresponde continuar el viaje, el itinerario de la vida hacia la muerte, que es luz. Y en este recorrido con el poeta Nájar, viaje en tren por el paisaje de la existencia, por la ruta del extravío, aun ciegos, vamos encontrando los marcos de referencia, los límites del camino equivocado, que es el único seguro: El tren negro sobre la tierra púrpura / y la nave en el azul avanzan ciegos /- y sordas señorean mis propias neuronas- /, cada quien en los sentidos más contrarios, / cada quien riendo con las sombras. Especie de cántico en el sinsentido de los opuestos, festejando con la tiniebla. Así, vemos alejarse ciudades puntiagudas y todo un paisaje expresionista, sin que nada impida ni detenga este viaje intenso, ni siquiera la línea que se quiebra. Nos extasiamos con el poeta en variedad de tonalidades: Un tablero de colores en la distancia (…) azules púrpura, sombra rojiza, negros profundos, lilas, a la par de poemas como “Delicias”, “Dioses y Diamantes”, “inmolación”, “deseo”, “Azul”, “azul púrpura”, “Árbol de oro”, “Ónice” y otros pintorescos lugares, como “La montaña de los locos” en el poema “Delicias”: Presiento que hacia allí voy / flotando en el aire lila. / Nítida y andarina / la felicidad pasa ante mis ojos. Es un viaje de evocación de la felicidad que se trueca en pérdida: Esas delicias se fundirán en mi boca / como en el tiempo felicidad y locura / esas sombras que pasan cualquier tarde, / todas las tardes, por la playa, / entre el aire lila y el olor de las algas. Asistimos aquí a una sinestesia de la caída, del desmoronamiento de los sentidos. En el poema “Azul”, el poeta invoca un sentimiento espiritual en medio del extravío, en tanto evoca la ascendencia paterna “por la ruta de la seda” ¿Cantaré alguna vez por todos ellos? / Estoy escrito con el sudor de esa historia / pero más allá de mis precipicios no hay en mí / ni un timbre capaz de entonar sus melodías. / Me he extraviado en el camino / y avanzo hacia otra vida / cuyo azul tiene la profundidad / y el brillo de las estrellas. / Así se extraviaron mis abuelos por la ruta de la seda. / Así vuelvo al extravío en pos de los mismos colores / y de las mismas pasiones. Lúcida, cálida y por supuesto dolorosa es la caída del poeta Nájar. Nos recuerda los versos de René Char “La lucidez es la herida más cercana al sol”. Miremos estos diáfanos pero derrumbados versos, casi sentencia apocalíptica, de su poema “Deseo”: No hay retorno para quien sueña sólo con llegar, / ni llegada si uno vive en la urdimbre de la vuelta (…) Y termina el poema: El alma no descansa ni con el deseo satisfecho. Y continúa en el texto “Flamígeras”, con la siguiente pregunta: Cuánto has tardado allí, perdido, / ebrio donde la ruta se extravía? Descendemos verso a verso por la ruta del extravío sin saber el objeto ni el motivo de nuestra búsqueda, pero conscientes de aquella evocación mítica: ¿Qué buscas?/ La ruta de tu extravío / se ha cansado del camino / y aquí te quedas a la sombra / de la Princesa de la Seda.<br /><br />“Linderos” es una prolongación de “Canto ciego”. Es precisamente el límite que impone la invidencia del hombre. La estructura del libro así lo determina porque es un requisito para llegar a la “Resurrección” que vendría a ser no sólo la última sección o apartado del libro, sino también, por que no, el lugar donde brota la luz, después de ese recorrido por la existencia que nos lleva de Perú a Paris, de Paris a Oriente. Ese viaje por los países exteriores e interiores del Poeta, por lo material y lo espiritual. Citemos el poema “Por ella” Prisionero de los Bárbaros, torturado, / el gran viajero de la ruta, se evadió / por el camino de los oasis. Quemado / por la belleza llegó a casa casi muerto, / pero con una leve sonrisa. / Traía en las axilas un pañuelo, / seda púrpura para oír en la noche / el susurro de los amores prohibidos. Hay aquí un realce al valor, al precio que en ese momento tiene la seda, tasa comercial, desde luego, pero también dotada de un reconocimiento carnal. Continúa el poema: (…) Por ella los traductores de sabiduría / extraviaron su obra y regresaron a casa / convertidos en cantores de patrañas, / trenzados en la hebra del placer. ¡Seda! Por ella enloquecimos antaño / pagando su precio en oro. Y por ella, / difuso en la historia, el gordo emperador de los romanos, la prohibió por mostrar / desnudas a las mujeres, nuestra gran delicia. Extraordinaria manera de significar la vulnerabilidad del hombre en el devenir, en su efimero paso por los cuerpos dorados de la tierra. Y, desde luego Nájar, en apego por la materia, culmina su canto, en la exacerbación del deseo.: Por ella misma yo también decaigo / y me levanto cada día, prisionero del salario, esclavo de la lujuria.<br /><br />¿Cuál es ese lugar donde brota la luz? Si dilucidar significa, ante todo, indicar y situar el lugar (Heidegger), entonces ese estar atento al lugar que nos propone el filosofo alemán, no sin antes significar “lugar” como la punta de la lanza en tanto reunión de lo supremo y lo extremo, nos puede confirmar o desmentir lo señalado arriba en el sentido de que ese lugar pueda ser la Resurrección. En la primera tesis es probable porque Nájar nos plantea a todo lo largo del viaje, que constituye el libro, ese estar descentrado, en la periferia, en el extravío, en la sombra, frente a lo cual la resurrección viene a ser el centro, la trascendencia, la luz. Y ello explicaría la estructura misma del libro al ser “Canto ciego” y “Linderos” partes del mismo apartado, diferenciados claramente. Nótese que “Linderos” está determinado por el número 2, mientras que Resurrección aparece como sección independiente. Esto en cuanto a la estructura. Miremos ahora qué pasa con los textos: aquí los poemas cambian en forma y contenido, esto es, el decir poético se presenta con una envoltura más cercana al aforismo que al poema propiamente dicho. Miremos algunos ejemplos: - Te hace falta respirar hondo y recobrar energías porque larga es la ruta entre las peñas. - Pero de qué sirve acortar distancias a estas alturas de la vida. - Todo es antiguo y nuevo a la vez según quien lo mire.- Donde maduran las moras cantan las alondras.- Vivir y amar en el desorden, en el caos, en la risa. Obsérvese que el poeta abandona la forma vertical del texto en beneficio de la horizontal, propia de la narración o de la prosa poética. Ahora, en cuanto al contenido, es fácil advertir cierta carga filosófica de la estirpe del pensamiento poético: Está cayendo la noche y aquí estás con la imaginación extraviada en quien sabe que coordenadas. O en qué otros paralelos. Y ni si quiera te das cuenta. Ahí estuvimos, testigos, protagonistas en los socavones más oscuros del planeta.- Vivir no es sólo impregnarse de paisaje. Éstos y los anteriores ejemplos toman distancia, en forma y contenido, del decir de los apartados iniciales. En lo que corresponde a la segunda opción, es decir, en cuanto a que se puede refutar o desmentir nuestra tesis de que la Resurrección sea el lugar donde brota la luz, encontramos el hecho de que la mayoría de los textos, salvo algunas excepciones, no parecen hablar del arribo o llegada, sino que más bien continúan en el viaje, en la eterna búsqueda. Veamos: Buscando nada, flores y lluvias, perdido, sin dramas, entre un cansancio y otro, a pocos pasos de la Estación del Tren Veloz y la distancia que separa de la cumbre: no es consuelo saber que hay quienes se extravían incluso dentro de sus propias lindes. O este otro: Escoge la ruta antes de que te asalten otra vez las vanidades de la existencia.<br /><br />Sea como fuere, <em>Allí donde brota la luz</em>, nos presenta, en un lenguaje decantado, limpio, como corresponde a la estatura del poeta que es Jorge Nájar, un periplo por la vida y la existencia. Es el itinerario del regreso del hombre, con las caídas y las revelaciones, entre el claroscuro, la salvación o trascendencia, puerto o puente, hacia la utopía, hacia la luz. Queda entonces una sensación de misterio, de levedad, propia de la más alta poesía. Digámoslo con Trakl: "…y resuena el paso del extraño en la plateada noche". </div>.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-51824903239173577172007-07-25T14:42:00.000-07:002008-03-10T13:07:24.219-07:00De Sombra embestida<p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p></span></p><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><blockquote><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">OLVIDO</span></strong></blockquote></span></strong><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="color:#000066;"></span></strong></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="color:#000066;"></span></strong><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><em><span style="font-family:Georgia;">Yace la vida envuelta en alto olvido</span></em><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><span style="font-family:Georgia;">Quevedo</span></strong></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:Georgia;">Árbol distraído en la distancia. Callado el viento <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:Georgia;">en la hora del río. El valle detenido en el camino, en<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:Georgia;">el musgo de la piedra. Absorto el día. Todo en el <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: justify"><span style="font-family:Georgia;">olvido. El abril de sueños y locuras. Todo, <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"><span style="font-family:Georgia;">menos la palabra.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"><span style="font-family:Georgia;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-INDENT: 35.4pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><blockquote><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">LABERINTO </span></strong></blockquote></span></strong><strong><span style="color:#000066;"></span></strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><br /></span><span style="font-family:Georgia;"><br /><br />¿Acepta el secreto estar oculto?<br /><br />Nadie ha preguntado al secreto su condición de<br />ser, su voluntad de encierro, su triste realidad<br />de exilio.<br /><br />¿Qué piensa en su oscuro laberinto?.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><blockquote><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 12pt"><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">EXPULSADO</span></strong></p></blockquote><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"></span><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><span style="font-family:Georgia;"><br /><em><span style="font-family:Georgia;">Morir; aunque sólo fuera <o:p></o:p></span></em></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><em><span style="font-family:Georgia;">para burlar el insomnio</span></em><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><span style="font-family:Georgia;">Gesualdo Bufalino</span></strong><span style="font-family:Georgia;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><br /><br />Juega con manzanas verdes en el mismo árbol <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">como bosque donde anida la serpiente ciega. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Vaga por los caminos del sueño y la vigilia, transita<br />la herida, recorre la llaga iluminada. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Muere cada noche en su delirio. </span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><span style="font-family:Georgia;"><blockquote><span style="font-family:Georgia;"></span></blockquote><blockquote><span style="font-family:Georgia;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><br /><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">NADIE</span></strong><span style="color:#000066;"> </span><o:p></o:p></span></p></blockquote></span><span style="font-family:Georgia;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" align="right"><br /><em><span style="font-family:Georgia;color:black;">A Juan Manuel Roca</span></em> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" align="left"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><span style="font-family:Georgia;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt" align="left"><br /><br />Nada le importa a Nadie, sólo la montaña lejana, <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">la visible entre la niebla, la que exhala un viento <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">breve.<br /><br />Lleva un bullicio que todo lo exterior silencia: <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">una muchedumbre en sus confines, un ruido en la <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">tiniebla de su adentro.<br /><br />Marcha solo entre la gente. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">El que altera el destino del viajante. El que limpia<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">la bruma, espía del sueño.<br /><br />Acaso una sombra que cruza la tarde.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><br /><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"></p><blockquote><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">EXTRAVÍO </span></strong></blockquote></span></strong></span><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><br /><br />La ciudad está en otro lugar, el cielo se nos viene <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">encima como laberinto. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 12pt"><span style="font-family:Georgia;">Cruzamos la noche por calles inconclusas. <br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p><span style="font-family:Georgia;"></span> </p><p><span style="font-family:Georgia;"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><br /></p><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><blockquote><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">DESARRAIGO </span></strong></blockquote></span></strong></span><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><br /><br />Como al principio el extravío, la separación. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Como la primera vez el desarraigo. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Y los años descendiendo verso a verso, <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">la frágil escalera del poema.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"></p><blockquote><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000099;">ALBEDRÍO </span></strong></p></blockquote><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><em><span style="font-family:Georgia;">A Mauricio Contreras Hernández</span></em><span style="font-family:Georgia;"> <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><br /><br />De los escombros elige el que te guste.<br />Hay azules cielo despejado,<br />para aquellos que sueñan paraísos<br />donde la luz no alcanza.<br />Hay verdes, como el vientre del bosque,<br />colmados de hojas y de alas.<br />Los hay rojos como la sangre<br />que se vierte en cada guerra, en todo vino.<br />De los escombros elige el que te guste.<br />Hay variedad de grises olor a bruma.<br />El negro escondido en algún rincón <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">/ de la tiniebla.<br />El blanco páramo.<br />El que inventa el calor de la canícula.<br />Puedes llevar los colores del sol y de la flor,<br />acaso el lila, el magenta, el rosa.<br />Puedes llevar los colores de la luna y la semilla,<br />los oscuros colores de la tierra.<br />Puedes llevar el amarillo-dorado,<br />como el alba o la tarde, como fruto maduro,<br />como ese viento que danza en los trigales.<br />De los escombros elige el que te guste.<br />Sólo tú sabes el color de tu miseria. <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><o:p></o:p></span></strong></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></p>.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-8752787822918898282007-07-25T14:41:00.000-07:002008-08-27T16:31:00.487-07:00De Ciega Luz<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixjgzaWHlpzWX8SDbTuAecyf6DwOKHrtMWzxI66jaSBM8ZzoilYJ9WCsswHpkvOL820kREvyDEaEVBfg9lcnFkv1Hxjpo9P8XfKqWa0rd1leWUZuJsNksy2O4Wv-FDTPR1NL7LgbRpG9yR/s1600-h/guerra.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5094533747826669666" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEixjgzaWHlpzWX8SDbTuAecyf6DwOKHrtMWzxI66jaSBM8ZzoilYJ9WCsswHpkvOL820kREvyDEaEVBfg9lcnFkv1Hxjpo9P8XfKqWa0rd1leWUZuJsNksy2O4Wv-FDTPR1NL7LgbRpG9yR/s320/guerra.jpg" border="0" /></a> <p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><?xml:namespace prefix = st1 ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:smarttags" /><st1:personname productid="LA MIRADA" st="on"><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">LA MIRADA</span></strong></st1:personname><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"> </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span></b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><?xml:namespace prefix = o ns = "urn:schemas-microsoft-com:office:office" /><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Por la ventana de la noche<br />larga como el recuerdo<br />asoma la mirada<br /><br />busca un bosque, un río<br />aguas tranquilas donde se mece<br />el viento de la infancia<br /><br />busca un camino perdido<br />en la montaña, la aldea<br />rostros ausentes en la sombra<br /><br />Por la ventana de la noche<br />en la hora que envejece<br />pregunta una luz, y una luz<br />se anuncia en la distancia:<br /><br />es la casa <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">donde el fuego se enciende<br />para abrigar el sueño<br />y ahuyentar los fantasmas<br /><br />es la casa<br />en que la madre teje<br />los vestidos del viento<br />mientras canta en voz alta<br />la canción del silencio:<br /><br />casa vegetal<br />donde un niño asombrado<br />abre la ventana<br />la noche<br /><br /></span><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><strong><span style="FONT-WEIGHT: normal;font-family:Georgia;color:black;" ><o:p></o:p></span></strong></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">ANTICUARIO </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br /></span></b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><i><span style="font-family:Georgia;color:black;">A Jorge Eliécer Pardo, </span></i></strong><b><i><span style="font-family:Georgia;color:black;"><br /><strong><span style="font-family:Georgia;">Fanny Vélez, </span></strong><br /><strong><span style="font-family:Georgia;">Nicolás Carvajal y <o:p></o:p></span></strong></span></i></b></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><i><span style="font-family:Georgia;color:black;">Federico Cóndor.</span></i></strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br /></span><span style="font-family:Georgia;color:black;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">El tiempo resbala, escapa<br />Por entre los curtidos dedos<br />Del anticuario<br /><br />Él precisa la edad de los objetos<br />Tasa el polvo que cubre su existencia<br /><br />Risa y llanto de lejanos dueños habitan este mueble<br />Tenue luz de hogar se agita en esa lámpara<br />Imagen de la niña que fue En el espejo<br /><br />El piano recorre, discurre<br />Por notas de Chopin o de Beethoven<br />Y la tienda se puebla de ausentes<br /><br />Hay un lugar dispuesto para todos<br />En el comedor de cedro<br />Donde cenaron los héroes<br />Antes y después de las batallas<br /><br />Hálito de vida en cada cosa<br />Respiración, vaho, latido<br />Desfile de siluetas invisibles<br />Siglos que observan en la sombra<br /><br />Un concierto de voces y murmullos<br />Asalta cada noche<br />La tienda del anticuario<br /><br />Él precisa la edad de los objetos<br />Mide la herrumbre que calla su silencio<br /><br />Allí los estribos con aires de galope<br />Los floreros de Cupido o de Llorente<br />La máquina en que el poeta escribiera<br />Nocturnos memorables<br />Los jarrones de plata, los pebeteros<br />Los candelabros<br /><br />La silla de Van Gogh<br />Que contiene el mundo<br /><br />El tiempo resbala, escapa<br />Por entre los curtidos dedos<br />Del anticuario<br /><br />Candil que alumbra los rincones de la infancia,<br /><br />¿Dónde el baúl en que abuela<br />Atesoró sus más íntimos<br />Recuerdos?<br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"><span class="MsoHyperlink"><span style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: none"><o:p></o:p></span></span></span></p><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><br /></span></p><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">VIAJE </span></strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /><br /></span><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:Georgia;color:black;">1.</span></b><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong></strong><span style="color:#000066;"><o:p></o:p></span> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Bruma cubre las notas<br />Del paisaje que avanza<br />Por música de predios y parajes<br />Entre las estaciones del sueño.<br />Caminos se alargan,<br />Se pierden en llanuras humeantes.<br />Pasan mujeres con pesadas cargas.<br />Hombres ciegos se inclinan,<br />Recogen semillas que lanzan al viento.<br />Como el arcano cero,<br />Mi maleta cuelga del extremo de una vara,<br />Por estos lugares de pantano que arde.<br />¿A dónde va el camino en la oscuridad ceñida,<br />Acaso hay camino<br />O sólo es la sombra que se oculta bajo el cieno?<br />Como el arcano cero mi destino es incierto.<br />Tal vez al final,<br />En medio de todos los escombros,<br />Antes de huir,<br />El oráculo pronuncie la respuesta,<br />Y el bosque guarde el eco,<br />El secreto intacto,<br />Entre hojas y alas verdes.<br />Ojalá la bruja<br />Haya conjurado el sortilegio </span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Del agua en el lago,<br />Donde bestias primigenias observan,<br />Vigilan.<br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br style="mso-special-character: line-break"></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;"><strong>2.</strong></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong></strong> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Un ave escapa</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Huye de la sombra,<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Sus plumas se encienden e<span style="color:black;">n el vuelo,<br />Iluminan la distancia.<br />El que busca la verdad en el despojo,<br />Hurga la basura,<br />Remueve los escombros,<br />Viaja en la fuga de sus alas.<br />Allá la meta entre el ruido<br />De los sueños que se angostan.<br />Itinerario de la hora,<br />Nada alcanza, nada satisface la conquista.<br />Acaso el cielo oculte la mirada<br />A nuestros pasos desteñidos como vestigios,<br />A la nube por donde asoma el rostro de Dios.<br />Tal vez el índice que señala la partida<br />O la llegada <o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Es la verdad que se cuece al calor de su retiro.<br />Ocultamiento de los Hados,<br />¿Quién camina en sigilo por la noche descalza?<br />¿Quién vigila la puerta que se abre<br />Al encanto de encajes,<br />De visos y matices;<br />Acaso el guardián de lo sagrado,<br />Del misterio que guarece en el postigo,<br />O del polvo que se cuela por las hendijas del Verbo?<br /></span><span style="color:black;"><br /></span><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /></span></b><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:Georgia;color:black;">3.</span></b></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><strong></strong><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Arañas ascienden las lisas paredes del abismo.<br />Serpientes aladas persiguen la huella.<br />Alguien grita mi nombre,<br />Intenta detenerme,<br />Atraparme en sus membranas frías y viscosas,<br />En su reino de miedo:<br />Entidad de oro y verbo,<br />De carne y espejismo,<br />De fuego y viento.<br />Vengo del lejano interior.<br />Precipicio sin fondo,<br />Hondo silencio.<br />¿Para qué la luz si contiene la sombra,<br />De qué sirve la piel si el alma se lastima,<br />Adónde los sueños que la vigilia espanta?<br />¿Quién mueve los hilos de este juego,<br />Laberinto donde se pierde el frío<br />Con su antorcha de abrigo apagada;<br />Albedrío o destino,<br />Pecado o inconsciencia? <br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span style="color:blue;"><o:p></o:p></span></p><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><br /></span></p><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:Georgia;color:black;">4. </span></b><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></b> </p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;">Vengo del lejano interior.<br />Vengo o voy. <br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="color:blue;"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /></span><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">MONÓLOGO DEL PÁJARO </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br /></span></b><span style="font-family:Georgia;color:black;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">En este árbol construiré mi casa<br />Lejos del ruido que apaga la aurora<br /><br />Más allá del polvo que cubre las alas<br />Sepulta los sueños<br />Ahoga el silencio<br /><br />En este árbol construiré mi casa<br />Lejos de la esquina azarosa<br />Donde la noche tiembla<br /><br />Nido de verano<br />Sobre este árbol en que retoza el viento<br />Y el paisaje cuelga<br />Racimos de distancia<br /><br />Casa y canto en este árbol lejos de la calle<br />Más allá de la esquina<br />Donde la huella gime<br />El vuelo sangra<br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /><br /></span><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">GRITO </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:#000066;"><br /></span></b><b><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span></b><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Madera adentro, en la entraña, <o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Aún el grito.<br /><br />Ignora el carpintero la savia derramada,<br />El llanto contenido,<br />El dolor en cada rama,<br />Todo lo que cuesta al árbol<br />La felicidad del hombre.<br /><br />¿Sabe acaso el carpintero<br />que la escalera lleva un gemido por peldaño,<br />que para ascender al cielo,<br />es necesario un crimen?<br /><br />Pobres de nosotros<br />que descansamos en cómodos cadáveres.<br /><br />Pobres de nosotros:<br />en cada verso la sombra fallecida,<br />cada libro un funeral.<br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /><br /></span><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">DISTANCIA</span></strong><strong><span style="font-family:Georgia;color:blue;"> </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span></b><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">Si tu piel se resquebraja y huye,<br />no la busques, no la llames.<br />Como el poema eres imagen,<br />verso que cambia.<br />Como en la poesía<br />el camino es largo<br />y no hay puerto ni puente,<br />sólo distancia,<br />eterno movimiento,<br />río que fluye,<br />que pasa.<br /></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p><strong><span style="font-family:Georgia;color:#000066;">FUGA </span></strong><span style="color:blue;"><o:p></o:p></span></p><p><span class="MsoHyperlink"><span style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: nonefont-family:Georgia;" ><o:p><u><span style="color:#0000ff;"></span></u></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><em><b><span style="font-family:Georgia;color:black;">Aquí la meta es partir </span></b></em><span class="MsoHyperlink"><span style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: nonecolor:windowtext;" ><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><span style="font-family:Georgia;color:black;">G. Ungaretti </span></strong><b><span style="font-family:Georgia;color:black;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span></b><strong><span style="font-family:Georgia;"><o:p></o:p></span></strong></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><o:p></o:p></span></p><p><span style="font-family:Georgia;">Nubes diluidas<br />viento que pasa<br />ya el horizonte no es el punto azul<br />la línea que enmarca la distancia:<br />es aquí y ahora<br />flor en celo<br />colibrí palpitando<br /><br />Nubes desleídas<br />niebla que se marcha tras de un puerto<br />puerta que se abre<br />para que salgan los adioses<br />entre el silencio<br />ya el horizonte no es advenimiento:<br />es partida<br />camino que se aleja<br />huella que huye <br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"><span style="color:black;"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br /></span><strong><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:#000066;" >ECLIPSE </span></strong><b><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:blue;" ><br /></span></b><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:blue;" ><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span class="MsoHyperlink"><span lang="EN-US" style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: none; mso-ansi-language: EN-US"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt; TEXT-ALIGN: right" align="right"><strong><i><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:black;" >A John Alexander Ardila C.</span></i></strong><strong><i><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:blue;" > </span></i></strong><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:blue;" ><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span class="MsoHyperlink"><span lang="EN-US" style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: none; mso-ansi-language: EN-UScolor:windowtext;" ><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span lang="EN-US" style="mso-ansi-language: EN-US;font-family:Georgia;color:black;" ><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:black;">El sol<br />y un niño que lo toma,<br />lo acaricia,<br />como una bola de cristal<br />lo lanza a los brazos de la luna.<br />Nadie escucha el roce,<br />la música de los astros que se aman.<br />Sólo el hombre que habita la inocencia sabe<br />del instante prolongado<br />en el fuego de la noche<br />que ardorosa los acoge.<br />Sólo ese hombre<br />y el poema.</span><span style="font-family:Georgia;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;color:blue;"><br style="mso-special-character: line-break"><br style="mso-special-character: line-break"></span><span class="MsoHyperlink"><span style="TEXT-DECORATION: none; text-underline: none"><o:p></o:p></span></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><o:p><span style="font-family:Times New Roman;"></span></o:p></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;font-size:13;color:black;"><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN: 0cm 0cm 0pt"><span style="font-family:Georgia;font-size:13;color:black;"><o:p></o:p></span></p>.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-16767438396614405092007-07-25T14:40:00.000-07:002008-03-10T12:56:31.159-07:00De La noche del árbol<span style="font-family:georgia;"><strong><span style="color:#33cc00;">.</span></strong><br /><strong><span style="color:#33cc00;">.</span></strong><br /><strong><span style="color:#33cc00;">.</span></strong><br /><strong></strong><br /><strong><span style="color:#000066;">VÍRGENES</span></strong></span><span style="font-family:georgia;"><span style="color:#000066;"><br /></span><br />Asisten al rito de la luna, ebrias de deseo,<br />sobre la noche de la arena.<br /><br />Encendidas de silencio, el mar las acoge<br />tiernamente en su lecho insondable.<br /><br /><br /></span><span style="font-family:georgia;"><strong><span style="color:#000066;">TU CUERPO HOGUERA</span></strong><br /><br /></span><br /><span style="font-family:georgia;">Crece el fuego, se dilata. La luna discurre tierna<br /></span>por el paisaje amoroso de la noche. Crepita la llama.<br /><br />Tu cuerpo hoguera consume mi penumbra<br /><br /><br /><strong><span style="color:#000066;">LA HERIDA DEL FUEGO</span></strong><br /></span><br /><br /><br /><br /><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><em>A Raúl Gómez Jattin,<br />en memoria. </em><br /></span></div><div align="left"><br /><span style="font-family:georgia;"></span></div><br /><span style="font-family:georgia;">Pequeña sombra que habita en el centro de la llama, fisura del verbo, </span><br /><span style="font-family:georgia;">prolongación del abismo, eterna llaga de la luz.<br /><br /><br /><br /></span><span style="font-family:georgia;"><span style="color:#000066;"><strong>ACTO FINAL</strong><br /></span><br /><br />Tus deseos exaltados sobre la noche sola.<br /><br />En la penumbra tu cuerpo desnudo, cubierto de luz.<br /><br />Entonces penetré el umbral hasta diluirme.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000066;"><strong>EL PATIO DE MI CASA</strong> </span><br /></span><span style="color:#000066;"><br /></span><br /><span style="font-family:georgia;">Mi casa sobre la orilla del abismo, al lado de las nubes,<br /></span>territorio del viento, es una confortable mansión de precipicios.<br /><br />Su patio: el largo vuelo del pájaro.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000066;"><strong>LA NOCHE DEL ÁRBOL</strong> </span><br /></span><span style="color:#000066;"><br /></span><br /><span style="font-family:georgia;">Acaso un sueño de murmullos, en el silencio<br />limpio, húmedo del bosque.<br /><br />La noche del árbol: pesadilla del hacha que hiere la sombra.<br /><br /><br /></span><span style="font-family:georgia;"><strong><span style="color:#000066;">LA HORA</span></strong><br /><br />Envejece la piel de la memoria. Los días cruzan raudos<br />los predios del tiempo. En la primera edad,<br />una brisa de hojas regala fragancias,<br />y un rubor tembloroso, crece desde el verde.<br /><br />Envejece la piel. Los días cruzan raudos.<br /><br />¿Cuándo, Señor, el viento borrará mis pasos?<br /><br /><br /></span><strong><br /><span style="font-family:georgia;color:#000066;">EBRIO</span></strong><span style="font-family:georgia;"><span style="color:#000066;"> </span><br /><br /><br /><br /></span><span style="font-family:georgia;"></span><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><em>A Dylan Thomas<br />en memoria</em> </span></div><br /><br /><span style="font-family:georgia;">Cazador de bosques incendiados donde la llama quema la sombra.<br /><br />Bebedor de fuegos y silencios, de afilados silencios como cuchillos, consumió el licor de la tarde, horizonte al rojo, y abrió la puerta.<br /><br />Ciegas palomas huyeron de la tierra.<br /><br />Alguien, en la calzada de la noche, halló un cuerpo desnudo, vacío.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000066;"><strong>PUERTA</strong> </span><br /></span><span style="color:#000066;"><br /></span><br /><span style="font-family:georgia;">Por la puerta abierta alguien entra o sale.<br /></span>O, tal vez, es la sombra del que pasa, de quien se aleja.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000066;"><strong>MIEDO</strong> </span><br /><br /><br /><br /></span><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><em>Miradme, en mí habita el miedo</em></span></div><div align="right"><span style="font-family:georgia;"></span></div><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><strong>María Mercedes Carranza</strong> </span></div><div align="left"><br /><br /><br /><span style="font-family:georgia;">Miedo a la sombra que acecha en la esquina.<br /><br />Miedo a la mujer de falda corta y piel de luna, a su vigilia de cuerpo afilado.<br /><br />Miedo a la noche y al día que despierta rojo; al fuego, al hielo, al hilo que cose mi grito.<br /><br />Miedo a ese animal que cuelga de cada silencio.<br /><br />Ese seco, húmedo, tembloroso miedo: mi amigo.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000066;"><strong>MEMORIA</strong> </span><br /><br /></span></div><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><em> mi madre.</em> </span></div><div align="left"><span style="font-family:georgia;"></span> </div><span style="font-family:georgia;">Bajo tanta lluvia de Dios te recuerdo camino de la aldea, llevando de la mano un niño asombrado, tu rostro sereno, tu sonrisa; mientras el río se inflama, ruge; crece arrastrando a su paso la tarde que se desploma entera, el viento, la montaña, la aldea toda.<br /><br />Memoria erguida en una bella garza.<br /><br /><br /><br /></span><strong><span style="font-family:georgia;color:#000066;">EDAD DE FÁBULA</span></strong><span style="font-family:georgia;"><br /><br /><br /></span><span style="font-family:georgia;"></span><div align="left"><br /><em></em></div><div align="right"><span style="font-family:georgia;"><em>A Chelo.</em> </span></div><div align="left"><span style="font-family:georgia;"><br /></span></div><div align="left"><span style="font-family:georgia;"></span></div><div align="left"><br /><span style="font-family:georgia;">La aldea encendida en la alta noche, y el viento,<br />ah, el viento entre los sueños: pájaro, montaña.<br /><br />Edad de fábula.<br /><br />Desde entonces nos persigue la utopía, </span></div><div align="left"><span style="font-family:georgia;">y un misterio en cada paso que avanzamos,<br /><br />o que retrocedemos.<br /><br /><br /></span></div><span style="color:#000066;"><strong></strong></span><div align="left"><span style="font-family:georgia;"><br /></span></div><span style="color:#000066;"><strong></strong></span><div align="left"><span style="color:#000066;"><span style="font-family:georgia;"><strong>PUENTE</strong> </span></span></div><span style="color:#000066;"></span><div align="right"><br /><br /><span style="font-family:georgia;color:#000000;"><em>A Carlos Andrés Almeyda</em></span></div><div align="left"><em><span style="font-family:georgia;"></span></em></div><div align="left"><span style="font-family:georgia;"></span></div><br /><br /><br /><br /><div align="left"><br /><span style="font-family:georgia;">Para alcanzar la otra orilla del sueño, es preciso tender un puente de metales y brebajes, sobre el vacío tembloroso de la noche, dispuesto a resistir el peso de las huellas, que pueda mantener el equilibrio de la memoria, capaz de esquivar la bruma de los abismos.<br /><br />Es necesario atizar el fuego, afilar los cuchillos, atrapar el grito con las manos desnudas.<br /><br />Para alcanzar la otra orilla del sueño, pesadilla del sol, es prudente tender un puente de hechizos y milagros, ignorar la llave, el hilo extraviado en el ojo de la aguja, aceptar en silencio el asombro y el arcano.<br /><br />Es ahora que despierta la vigilia.<br /><br /><br /><br /><span style="color:#000000;"></span><br />.</span></div>.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4535344316727231643.post-32590351404280361852007-07-22T13:19:00.001-07:002008-04-04T05:59:03.010-07:00De Pájaro Azul <span style="font-size:130%;color:#999900;"><strong>.</strong></span><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#999900;">.</span></strong><br /><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000066;"><strong></strong></span></span><br /><span style="font-size:130%;"><span style="color:#000066;"><strong>V</strong><br /></span></span><br />Había siete pájaros<br />sobre la noche<br />luna de canciones olor a piel<br />música esparcida<br />en el cálido paisaje <br /><br />San Antonio lugar del encuentro<br />calles empinadas patios<br />carcajadas carcomiendo el ambiente<br /><br />Después tu piel recorrida lentamente<br />a cada célula<br />cuerpo colmado de gaviotas<br />el ardor visitando los rincones de la hora<br />acoplamiento de susurros<br /><br />Noche de avenida sexta<br />dispuesta al parpadeo de las tabernas<br />cacería de pasos y siluetas<br /><br />Noche de luna prolongada<br />cuerpo habitado de pájaros<br />más allá del grito<br /><br /><br /><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#333399;">X<br /></span></strong><br />Asisto a la convocatoria de tu cuerpo<br />ángeles y demonios roja fisura<br />noche felina piel<br /><br />Pasos y siglos antecedieron mi presencia<br />la tarde erecta abismo o poema<br />tu bello rostro ahí al alcance de la hora<br /><br />Litros eternos de esperanza abrigaron mi bosque<br />cuajado de sueños pájaros grillos verde<br />y hojarasca<br /><br />Criaturas asimiladas al viento trajeron tu mensaje<br />y fui una vez más el hombre<br />para que el cielo se preñara de asombro<br />y gritaran las nubes grises<br />el advenimiento del sol<br /><br /><br /><br /><span style="color:#333399;"><span style="font-size:130%;"><strong>XII</strong></span> </span><br /><br /><br /><br />La loma está empinada<br />y en la cima de la noche<br />un pájaro espera tu camino<br />tu semilla tu regreso<br /><br />Las plumas etéreas nada pudieron<br />contra las ganas infinitas de ese árbol<br />de colgarse de la luna, así no más,<br />como si la brisa de la tarde<br />no tuviera ya suficientes problemas<br /><br />¿Acaso desde tu sitio<br />el ojo izquierdo no era la palabra?<br /><br />La ciudad era desde allí<br />una inmensa luz como un incendio<br />aunque nosotros no atináramos a descubrir<br />el pan que se escondía detrás de las auroras<br /><br />Ocurrieron entonces muchos siglos<br />antes que apareciera esa nube azul<br />y el pájaro negroverdeamariillo<br />cantara cada mañana<br />alegres tonadas bullangueras<br /><br /><br /><br /><br /><strong><span style="font-family:georgia;font-size:130%;color:#000066;">XIII</span></strong><br /><br /><br />Pero de todas formas la memoria<br />no tenía plumas<br />aunque tú juraras que era un pájaro<br /><br />Los labriegos le dijeron al policía<br />que habían escuchado un gemido<br />como de brisa o viento<br />y que entonces supieron lo de la ventana abierta<br />y aquella mano tersa aprisionando el grito<br /><br />Contaron además que la garganta<br />quedó allí a la intemperie<br />para que los viajantes<br />noctámbulos cuerpos venidos a menos<br />habitaran la palabra ininteligible<br /><br />Nadie ni siquiera el relámpago<br />pudo iluminar esa parte del bosque<br />donde al decir de los testigos<br />había caído el cuerpo de la luna<br />desocupándose lenta pero inexorablemente<br />de pequeñas gotas de luces amarillas<br /><br />Pero de todas formas la memoria<br />no tenía plumas<br />aunque tú juraras que era un pájaro<br /><br /><br /><br /><span style="font-size:130%;color:#000066;"><strong>XIV</strong></span><br /><strong><span style="font-size:130%;color:#000066;"></span></strong><br /><br />Le tomábamos fotografías<br />a la noche desnuda<br />paisaje azul verano<br /><br />cuerpo esbelto moreno<br />senos redondos sonrisa<br /><br />posaba para nosotros<br />a cambio de hacerle el amor<br />de recorrerla a sexo<br />hasta la aurora<br /><br />Cuánto nos divertíamos los tres<br /><br />Ella gemía cantos orientales<br />tú resbalabas por mi piel<br />entrelazada<br />serpiente gato<br />frágil libélula atrapada<br />en mi poema<br />más allá del sol<br /><br /><br /><br /><span style="font-size:130%;color:#000066;"><strong>XVI</strong></span><br /><br /><br />Planté un árbol para que hicieran nido<br />los pájaros del verano<br />jugara el viento<br />el cielo amaneciera sonriente<br />la luna le guiñara el ojo a la semilla<br />a la flor a la hoja<br /><br />Planté un árbol que no creciera tanto<br />pero que fuera grande como tú<br />el verde se mezclara con el azul<br />se retratara en el lago<br />se reflejara tu rostro<br />que la sombra no te alcanzara<br />que tú corrieras por el campo desnudos los pies<br />/ y la noche<br />que los pájaros trinaran aquellas canciones<br />/ de aurora<br />se alargara tu mirada al horizonte rojo<br />anidaran los pájaros del verano<br />se escuchara tu voz la carcajada<br />y las estrellas soñaran<br />después del sol y la lluvia<br /><br />Planté un árbol para ti y creció un bosque<br /><br /><br /><br /><span style="font-size:130%;"><br /><strong><span style="color:#000066;">XVIII</span></strong></span><br /><br /><br />Puebla la noche la brisa de tu cuerpo<br />olor a piel incrustado en la palabra<br /><br />Vengo a decirte mi silencio<br />grito interior convertido en llanto<br /><br />Imagen tuya que habita la memoria<br /><br />Calor en este frío<br />locura en este cuerdo sobrio paisaje<br />/ de azules<br /><br />Puebla la noche la brisa de tu cuerpo<br />hora detenida<br />ausencia pintada de gris<br />grito íntimo convocando tu nombre.http://www.blogger.com/profile/12112599867948425880noreply@blogger.com0